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Investigación empírica




                                                             ron congruentes con los de Pellegrini, Bartini y Brooks (1999),
                          introducción
                                                             autores que además estudiaron los factores “protectores” a la
                                                             hora de no sufrir acoso: el número de amigos y la buena per-
       El acoso escolar se ha convertido desde hace algunos años en   cepción por parte del grupo de iguales.
       un tema de controvertido alcance, y ante el que la sociedad
       exige una actuación por parte de las ciencias sociales. El térmi-  Ya se ha comentado con anterioridad que el acoso se produce
       no fue definido en un primer momento por Olweus en 1978,   en todos los países y culturas, y los datos no suelen ser muy
       al referirse al “bully”, que hacer referencia al que ejecuta la ac-  discrepantes. Algunos de los estudios son los realizados en los
       ción, el llamado agresor o “matón” (véase Olweus, 1991, 1997a,   países escandinavos (Olweus, 1993), Australia (Rigby, 1996),
       1997b, 1999). Si bien el acoso se define para Olweus como una   Inglaterra y País de Gales (Whitney y Smith, 1993), etc.
       acción intencionada, agresiva, que se produce reiteradamen-
       te, en una relación en la que existe un desequilibrio de poder,   Los niños reaccionan ante la violencia de formas muy distintas
       normalmente sin provocación alguna por parte de la víctima,   según su grado de desarrollo. Así, Pynoos y Nader (1988) han
       esta definición ha sido concretada aún más por algunos otros   identificado que en preescolar y hasta segundo de primaria se
       autores para el caso concreto del acoso escolar o “bullying”.  pueden identificar sentimientos de indefensión, miedo genera-
                                                             lizado, confusión, dificultad para identificar qué es lo que les
       Así, por ejemplo, Sharp y Smith (1994) indican que se trata de   molesta, síntomas regresivos, y reticencia a separarse de sus pro-
       una forma de comportamiento agresivo que suele ser lesivo y   genitores. Un estudio de interés al respecto es el de Santalahti et
       deliberado, a menudo es persistente y, a veces, continuado du-  al. (2008). A largo plazo, el estudio de Nansel et al. (2001) arroja
       rante semanas, meses e incluso años, y es difícil que los acosados   luz al respecto, señalando cómo los niños que adoptan conduc-
       se defiendan por sí mismos. Subyacente a la mayor parte de los   tas de intimidación y acoso en la escuela (los matones) son más
       acosos está el abuso de poder y el deseo de intimidar y dominar.   propensos de mayores a formar parte de actos de agresión sexual,
       Roland (véase Blanchard y Muzás, 2007) insisten en la violencia   y a tener muchos más problemas con la justicia. Olweus (1992)
       prolongada, tanto mental como física, llevada a cabo bien por un   también estudió esta cuestión, demostrando que el 60% de los
       individuo o por un grupo, dirigida contra un individuo que no   niños clasificados como acosadores habían cometido al menos
       es capaz de defenderse ante dicha situación, convirtiéndose éste   un delito al cumplir 24 años. Katzer, Fetchenhauer y Belschak
       en víctima. Y Smith y Sharp (1994) describen la intimidación   (2009) compararon la intimidación que podríamos denominar
       como un comportamiento agresivo normalmente caracterizado   “tradicional” con la virtual. Los resultados mostraron cómo los
       por la repetición y el desequilibrio de poder. Para definir ade-  “matones” dentro de la escuela son los que más intimidan a los
       cuadamente los casos más extremos, Rigby (1996) creó el tér-  demás a través de la red, y de no ser los mismos, unos y otros
       mino de “acoso maligno”, cuando la víctima se siente oprimida   presentaban perfiles similares.
       e impotente ante el daño que le provoca su agresor, que disfruta
       con su conducta. Existen, por lo tanto, en este proceso, tres ele-  El trabajo de Sutton, Smith y Swettenham (1999) ya ahondó
       mentos: no existe provocación, la conducta se repite, y el agresor   sobre los diferentes tipos de “matones”. En contraste con el es-
       disfruta haciendo daño a otro más débil.              tereotipo popular sobre la identificación del “matón” con una
                                                             persona “torpe”, que carece de don de gentes, estos investigado-
       Existen datos que demuestran la existencia de acoso escolar en   res encontraron también un perfil de matones fríos emocional-
       todos los países y contextos. Quizá el estudio más completo   mente y expertos en manipular las relaciones sociales, capaces
       haya sido el de Boulton y Underwood (1992), Con respecto a   de organizar a otros usuarios de internet para que ataquen a
       la cuestión de la prevalencia, es de gran importancia el estudio   alguien, y que utilizan métodos sutiles y de tipo indirecto en sus
       de Haynie, Nansel, Eitel, Crump, Saylor, Yu y Simon-Morton   ataques (se podría hablar de un perfil de psicópata virtual). De
       (2001), que barajó una muestra de 4263 sujetos de educación   hecho, estos matones virtuales son los que manifestaban pun-
       secundaria. La NASP (National Association of School Psycho-  tuaciones más elevadas en manipulación de los demás (variable
       logist), informa que en Estados Unidos 1 de cada 7 estudiantes   similar al constructo maquiavelismo), siendo la víctima la que
       escolares es un acosador, y el la misma proporción, 1 de cada 7 es   obtenía menores puntuaciones en dicha variable. Se han desa-
       un acosado. Witney et al. (1993) encontraron que el tamaño de   rrollado también programas de tratamiento para ayudar a las
       la escuela, la clase social de las familias de los alumnos, o la pro-  víctimas del ciberacoso, como el de  Egan y Todorov (2009).
       cedencia étnica, no poseían una relación directa con el acoso.
                                                             Los  estudios  existentes  en  la  literatura,  como  se  ha  podido
       Los informes indican que es más habitual ser intimado o inti-  comprobar, se centran generalmente en poner de manifiesto la
       midador en los chicos que en las chicas (Boulton et al., 1992).   dimensión del fenómeno o en determinar las características de
       Un dato interesante es  que  si bien la mayoría de  los niños   los agresores, de las víctimas, o incluso en la búsqueda de un
       expresaron  opiniones  en  contra  de  los  casos,  casi  un  tercio   perfil de ambos. Sin embargo, el análisis de la clase en la que
       comentaron que entendían perfectamente que se produjeran   se produce el fenómeno como grupo, y el tratar de determinar
       situaciones de acoso (Boulton et al., 1992). El lugar del centro   el estatus relacional de cada menor en el aula y su relación
       educativo donde se produce el acoso en mayor medida es el   con ser acosador o acosado, sólo ha sido analizado por Salmi-
       patio de recreo y en los pasillos (Smith y Sharp, 1994).  valli, Lagerspetz, Bjorkqvist, Osterman y Kaukiainen (1996),
                                                             abriendo  una  línea  de  investigación  mucho  más  psicosocial
       Se han obtenido también resultados de un estudio realizado   y relacional al respecto. Basándonos en esta línea de trabajo
       por el Defensor del Pueblo (2000) en España utilizando una   comenzada por Salmivalli y sus colaboradores, se planteó el
       muestra de 3000 alumnos. Los resultados de este estudio fue-  desarrollo de una investigación que permitiera identificar de

                                                                                          Infancia, Juventud y Ley 35
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