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INTERÉS PROFESIONAL
M.ª Jesús Berlanga Adell | Joan Lacomba Vázquez
sociales y espirituales integrales que trascienden la división micro-macro, e incorporan
múltiples niveles del sistema y la colaboración intersectorial e interprofesional, orienta-
da al desarrollo sostenible. Se prioriza el desarrollo socioestructural y económico, y no
suscribe la creencia convencional de que el crecimiento económico es una condición
indispensable para el desarrollo social”.
La adopción del paradigma del desarrollo social por parte del Trabajo Social se ha he-
cho evidente en los trabajos de autores como Barbero y Cortés (2005) que, en su libro
Trabajo Comunitario, organización y desarrollo social, cuestionan el empleo actual del
término desarrollo comunitario y apuestan por el término desarrollo social. Para estos
dos autores el objetivo del Trabajo Social comunitario sería precisamente el logro del
desarrollo social, “generando nuevos sujetos sociales, nuevos agentes colectivos y/o
nuevas estructuras de relaciones entre ellos que permitan encarar la transformación de
situaciones colectivas” (2005, p. 18).
De este modo el desarrollo social ha pasado a estar presente en los programas de
intervención y se ha convertido en un referente fundamental de la acción social (Mon-
talembert et al., 2016), en especial en el marco de lo que se ha denominado como
Modelo Social Europeo, una concepción alternativa al Estado del Bienestar, de mucha
mayor ambigüedad y que desplaza el peso de la resolución de los problemas sociales
desde el Estado a la sociedad civil (Avenel, 2017), permitiendo también la introducción
de nuevas referencias a los/as profesionales como operadores/as sociales.
3. LA ACCIÓN COMUNITARIA ANTE EL TRABAJO SOCIAL COMUNITARIO
En cualquier caso, los cambios terminológicos y de paradigmas que afectan al Trabajo
Social no terminan ahí, y, en los últimos tiempos, el concepto de acción comunitaria
ha venido a desplazar a otros como el de Trabajo Social comunitario, por no hablar
de los clásicos desarrollo comunitario y organización comunitaria. En cierto sentido, la
acción comunitaria se ha planteado como un paraguas para los/as múltiples perfiles
profesionales que intervienen en el espacio de la comunidad.
En el ámbito del Trabajo Social, Cortés y Llobet hablan de la “acción comunitaria desde
el Trabajo Social” y entienden ésta como aquellos “procesos organizativos que implican a
los sujetos individuales y colectivos, concebidos estos como actores sociales, que mues-
tran algún tipo de anclaje relacional con el territorio y que toman conciencia y decisión en
poder transformar y por lo tanto mejorar sus condiciones de vida” (2006, p. 134).
Sin embargo, son otras disciplinas como la pedagogía, la educación social, o también
la ciencia política y de la administración, las que se han sumado con más fuerza al uso
del término acción comunitaria.
Por ejemplo, el estudio Acció comunitària en medi obert recoge que el objetivo de la
acción comunitaria es “la movilización y la participación de los/as ciudadanos/as para
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