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“trascendencia desviada o idolátrica”, en la medida que El otro me tiene manía. El otro viene a por mí. El otro
el otro (nuestro modelo de prestigio) se convierte en desea mi mal. Quiere destruirme.
un objeto (fetiche) de adoración, emulación, imitación
obsesiva y persistente. El modelo ve reforzado a su vez su deseo sobre
el objeto, debido al deseo imitativo de su imitador. El
El ser humano, dice Girard (2002), llamado a imitador no reconoce el carácter dependiente e imitativo
llegar a ser Dios, elige tan sólo llegar a ser el otro, siendo de su propio deseo y sólo percibe los intentos del
ese “otro” un ser humano individual, una clase social, modelo de poseer en exclusiva aquello que desea. Esos
una casta profesional, ideológica o un grupo humano intentos malintencionados del otro le van a aparecer
determinado. Alguien (algún grupo) que se ha evidentemente como los únicos de una querella que él
convertido en un Dios. no ha provocado, sino de la que es víctima.
Ese otro (Dios) se convierte entonces en el Este mecanismo, fruto del mimetismo, garantiza
modelo de nuestros deseos. Aquel individuo o grupo una percepción, a la vez sincera e ilusoria de ambos
que, deseando lo que desea, nos sugiere y señala aquello participantes en un conflicto del que nadie tiene la
que es estimable, deseable, y que por lo tanto debemos sensación de ser iniciador. Ambas partes protestan de
desear. Es esta naturaleza imitativa (mimética) del deseo que “fue el otro el que empezó”.
lo que desencadena el ciclo violento debido a la
resistencia esperable del otro a compartir el trono único El atónito observador externo, verifica una y otra
en que lo hemos posicionado. vez lo difícil que resulta establecer en causas primeras, la
violencia nuestra de cada día.
Y es que la teoría mimética explica que, desde el
momento en que el otro advierte que alguien copia o Desde el momento que analizamos las querellas
imita su deseo, va a oponer una feroz resistencia para y rivalidades entre vecinos, parejas, colegas,
mantener el carácter único, genuino y anterior de su compañeros de pupitre, nos encontramos con esta
propio deseo. La ventaja que cree haber adquirido y le habitual dificultad para establecer el origen y la causa
diferencia de sus imitadores. última.
El mimetismo mutuo convierte el modelo Cada uno de los participantes acusa a la otra
elegido en un obstáculo. La percepción de que el otro parte de ser autora e iniciadora de la violencia.
obstaculiza o limita mis deseos (puesto que se defiende
de mi imitación) es la que me hace percibirlo como Por ello, en materia de violencia fallan las
hostil, malintencionado o perverso. prescripciones preventivas ingenuas que señalan
equivocadamente que para frenar la violencia bastaría
Este movimiento de resistencia refuerza en con renunciar a ejercer la iniciativa de ésta. Los
ambos agentes el deseo por el objeto (material o programas basados en los valores de paz, convivencia,
inmaterial) pretendido y desencadena una espiral de respeto fracasan porque nadie nunca cree ser un
hostilidades a la que no va a poder poner fin ningún iniciador del ciclo violento, sino más bien el que
“patrón de dominancia”, como hemos visto ocurre en las reacciona a una violencia previa de otros.
especies de mamíferos superiores.
Desde la teoría mimética, se puede describir y
explicar técnicamente hablando que nadie inicia la
violencia. Por eso es imposible encontrar a los
Ninguno de los contendientes reconocerá el responsables de haber iniciado las hostilidades en las
carácter iniciador de su propia violencia y reclamará el guerras, la violencia doméstica, escolar o laboral. “Es
carácter previo de su deseo sobre el deseo del otro. Fue siempre el otro el que comenzó”, reclaman siempre los
el otro el que empezó. Es el otro el que me tiene envidia. violentos, justificando así su propia violencia como algo
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