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ceguera  del  hombre  respecto  como  éste  resulta  un      En el fondo, la teoría mimética de Girard (1983,
        fenómeno omnipresente, es responsable de la mayor     1998,  1999,  2002)  participa  de  la  antropología
        parte  de  los  males  sociales,  pero  sobre  todo  de  la  judeo­cristiana  que  culmina  con  un  décimo
        violencia.                                            mandamiento que advierte  contra el peligro social que
                                                              significa  el  deseo  de  aquello  que  pertenece
                                                              legítimamente  al  otro  (su  casa,  sus  bienes,  su
                                                              hacienda...).


               Los seres humanos se enfrentan por querellas
        que tienen en su origen los deseos, que unos imitan de       La rivalidad y la correlativa envidia que nace del
        otros y que finalmente los convierten en adversarios,  deseo de apropiarse de lo que el otro posee, sea esto un
        rivales  y  enemigos  según  una  secuencia  o  espiral  bien material (objetos, riquezas, posesiones) o inmaterial
        crecientemente violenta. A este fenómeno, Girard (1983,  (honor, prestigio, renombre, fama, belleza, inteligencia,
        1998, 1999, 2002) lo denomina, “rivalidad mimética”.  La  poder, amor, etc...) está en el origen de toda violencia
        rivalidad mimética es la responsable de la espiral de la  según Girard (1983, 1998, 1999, 2002).
        violencia.
                                                                     La teoría mimética no se limita a dar grandes
               Es la tendencia a la rivalidad mimética y no las  brochazos al uso habitual de otras teorías globalizantes,
        necesidades insatisfechas, ni la escasez de los recursos  sino que permite descender y dar cuenta “punto por
        (o la pugna consiguiente por ellos), ni el instinto de  punto” y “paso a paso” del mecanismo que marca la
        muerte,  ni  la  “sociedad  metaprogramadora  de  la  transición desde el deseo, y su correlativa rivalidad hasta
        violencia”, la que convierte al hombre en un ser violento,  la  violencia  nuestra  de  cada  día  en  todas  sus
        malgré lui.                                           encarnaciones y manifestaciones.


               No ver que todos somos una máquina continua
        de desear lo que vemos que desea el otro, sería la fuente
        de todas las violencias en el ser humano.                    La teoría de Girard (1983, 1998, 1999, 2002)
                                                              sitúa el origen de la violencia en el deseo metafísico de
               El deseo propio simula ser anterior al deseo del  trascender, en un deseo de “llegar a ser algo o alguien”
        otro, al que hemos copiado o clonado miméticamente.   que  la  mayoría  de  los  seres  humanos  orientan
        Con ello, nace el resentimiento y la habitual pretensión  equivocadamente para su  propio mal y el de otros seres
        de  naturaleza  proyectiva  de  que  “es  el  otro  el  que,  humanos.
        oponiendo su deseo al mío, es fuente de mis desdichas
        y de mi sufrimiento”.                                        Girard (2002) señala de manera magistral cómo
                                                              una vez puestos a desear no sabemos muy bien el qué y
               El movimiento simétrico del otro, defendiendo  eso nos produce una enorme angustia existencial. Ante
        la  misma  pretensión  de  anterioridad  de  su  deseo  este vacío del deseo, orientamos nuestra “máquina de
        respecto al mío, garantiza el inicio y el mantenimiento  imitar deseos” hacia alguno de nuestros iguales, al que
        de las querellas sin fin por las que luego combatimos, de  consideramos un modelo dotado de prestigio, es decir,
        manera muy especial contra los más cercanos.          un  ser  humano  cuya  naturaleza  excepcional  (para
                                                              nosotros) le va a convertir  en “digno de imitación”, en
               Por eso los más próximos en el espacio­tiempo  un pequeño Dios para nosotros.
        psicosocial son siempre nuestros rivales más probables,
        y terminan siendo aquellos a los que victimizamos o          En  el  fondo  del  deseo  mimético  subyace  la
        aquellos que nos victimizan.                          pretensión de, “deseando lo mismo que el otro desea,
                                                              llegar a convertirnos en el otro, llegar literalmente a ser
                                                              el otro”. A eso la antropología Girardiana lo califica como



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