Page 42 - infancia_juventud_y_ley-1
P. 42
ceguera del hombre respecto como éste resulta un En el fondo, la teoría mimética de Girard (1983,
fenómeno omnipresente, es responsable de la mayor 1998, 1999, 2002) participa de la antropología
parte de los males sociales, pero sobre todo de la judeocristiana que culmina con un décimo
violencia. mandamiento que advierte contra el peligro social que
significa el deseo de aquello que pertenece
legítimamente al otro (su casa, sus bienes, su
hacienda...).
Los seres humanos se enfrentan por querellas
que tienen en su origen los deseos, que unos imitan de La rivalidad y la correlativa envidia que nace del
otros y que finalmente los convierten en adversarios, deseo de apropiarse de lo que el otro posee, sea esto un
rivales y enemigos según una secuencia o espiral bien material (objetos, riquezas, posesiones) o inmaterial
crecientemente violenta. A este fenómeno, Girard (1983, (honor, prestigio, renombre, fama, belleza, inteligencia,
1998, 1999, 2002) lo denomina, “rivalidad mimética”. La poder, amor, etc...) está en el origen de toda violencia
rivalidad mimética es la responsable de la espiral de la según Girard (1983, 1998, 1999, 2002).
violencia.
La teoría mimética no se limita a dar grandes
Es la tendencia a la rivalidad mimética y no las brochazos al uso habitual de otras teorías globalizantes,
necesidades insatisfechas, ni la escasez de los recursos sino que permite descender y dar cuenta “punto por
(o la pugna consiguiente por ellos), ni el instinto de punto” y “paso a paso” del mecanismo que marca la
muerte, ni la “sociedad metaprogramadora de la transición desde el deseo, y su correlativa rivalidad hasta
violencia”, la que convierte al hombre en un ser violento, la violencia nuestra de cada día en todas sus
malgré lui. encarnaciones y manifestaciones.
No ver que todos somos una máquina continua
de desear lo que vemos que desea el otro, sería la fuente
de todas las violencias en el ser humano. La teoría de Girard (1983, 1998, 1999, 2002)
sitúa el origen de la violencia en el deseo metafísico de
El deseo propio simula ser anterior al deseo del trascender, en un deseo de “llegar a ser algo o alguien”
otro, al que hemos copiado o clonado miméticamente. que la mayoría de los seres humanos orientan
Con ello, nace el resentimiento y la habitual pretensión equivocadamente para su propio mal y el de otros seres
de naturaleza proyectiva de que “es el otro el que, humanos.
oponiendo su deseo al mío, es fuente de mis desdichas
y de mi sufrimiento”. Girard (2002) señala de manera magistral cómo
una vez puestos a desear no sabemos muy bien el qué y
El movimiento simétrico del otro, defendiendo eso nos produce una enorme angustia existencial. Ante
la misma pretensión de anterioridad de su deseo este vacío del deseo, orientamos nuestra “máquina de
respecto al mío, garantiza el inicio y el mantenimiento imitar deseos” hacia alguno de nuestros iguales, al que
de las querellas sin fin por las que luego combatimos, de consideramos un modelo dotado de prestigio, es decir,
manera muy especial contra los más cercanos. un ser humano cuya naturaleza excepcional (para
nosotros) le va a convertir en “digno de imitación”, en
Por eso los más próximos en el espaciotiempo un pequeño Dios para nosotros.
psicosocial son siempre nuestros rivales más probables,
y terminan siendo aquellos a los que victimizamos o En el fondo del deseo mimético subyace la
aquellos que nos victimizan. pretensión de, “deseando lo mismo que el otro desea,
llegar a convertirnos en el otro, llegar literalmente a ser
el otro”. A eso la antropología Girardiana lo califica como
42 Infancia, Juventud y Ley