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Investigación empírica




           de habilidades psicosociales y de competencia social (e.g., Fon-
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           taine, McCrory, Boivin, Moffitt y Viding, 2011), un pobre ajus-
           te escolar (e.g., Ciucci, Baroncelli, Franchi, Golmaryani y Frick,
           2014), o incluso psicopatía adulta (e.g., Hawes, Byrd, Waller,   profundizando en el desarrollo de los problemas de conducta
           Lynam y Pardini, 2017).
                                                                  Como punto de partida de este trabajo, se planteó la nece-
           Teniendo en cuenta las consideraciones previas, el presente tra-  sidad de analizar el desarrollo de los problemas de conducta
           bajo se ha diseñado con el fin de profundizar en el desarrollo de   desde la infancia a la adolescencia a través de la identifica-
           los problemas de conducta infanto-juveniles, prestando especial   ción de distintas trayectorias o patrones de desarrollo, y sus
           atención al papel que los rasgos psicopáticos desempeñan en   posibles factores asociados. En un primer trabajo (López-
           dicho proceso. Se pretende, por tanto, reforzar y avanzar en el   Romero, Romero y Andershed, 2015), y a través del análisis
           conocimiento previo acerca del desarrollo de la conducta pro-  de trayectorias (Latent Class Growth Analysis), se identifi-
           blemática y la personalidad psicopática, aspectos que han sido   caron cinco trayectorias evolutivas a lo largo de los seis pri-
           escasamente analizados en nuestro contexto desde una perspec-  meros años de estudio (Desde T1 a T3). Por razones empí-
           tiva longitudinal. Con este fin, se presentan a continuación los   ricas y teóricas, dichas trayectorias fueron integradas en tres
           resultados obtenidos en una línea de trabajo llevada a cabo en   patrones generales de desarrollo: Estable-bajo o grupo no-
           Galicia a lo largo de 12 años de estudio (Estudio UDIPRE;   problemático (62’9% de la muestra), el más numeroso y que
           López-Romero, Romero y Villar, 2017). Dichos resultados se   incluye niños con bajos niveles de problemas de conduc-
           integran y configuran alrededor de tres objetivos principales: (1)   ta desde T1 hasta T3; Estable-alto o el grupo problemático
           analizar el desarrollo de los problemas de conducta, intentan-  (18’82%), que representaría al patrón persistente en el ciclo
           do identificar diversas trayectorias evolutivas desde la infancia   vital con niños con elevados niveles de conducta problemá-
           hasta la adolescencia, y analizando tanto predictores tempranos   tica desde la infancia hasta la adolescencia; y el Decreciente
           como problemáticas asociadas en etapas posteriores; (2) pro-  o limitado a la infancia (18’28%), con niños que manifiestan
           fundizar en el papel de los rasgos psicopáticos a través de la   elevados niveles de conductas problemáticas en T1 que se
           identificación de grupos distintivos de niños en función de su   reducen de forma significativa en T2 y T3. A pesar de que
           nivel inicial de problemas de conducta y rasgos psicopáticos,   estos resultados encajan bien con las propuestas observadas
           intentando determinar su posterior desarrollo conductual y psi-  en los modelos teóricos que se extraen de los estudios de
           cosocial; y (3) reforzar la utilidad de la personalidad psicopática   trayectorias (véase Figura 1), resulta sorprendente que en
           como constructo válido en la infancia y la adolescencia, a partir   este momento no se haya identificado al grupo de inicio
           del estudio de los patrones de estabilidad y cambio, y de la uti-  adolescente; sin embargo, este hecho puede ser explicado si
           lidad de la dureza emocional como constructo válido al margen   tenemos en cuenta que la edad media de los participantes
           de los rasgos interpersonales y conductuales.          en T3 era de 13,93 años y, por tanto, la identificación de un
                                                                  patrón de evolución iniciado en la adolescencia podría verse
                                                                  comprometida. En dicho trabajo se analizaron además tan-
                                                                  to predictores tempranos como problemáticas posteriores
                               método
                                                                  asociadas a cada una de las trayectorias. Altos niveles de
                                                                  rasgos psicopáticos y de impulsividad a edades tempranas
           Los resultados presentados en este trabajo forman parte del   (T1) se relacionaron con altos niveles de conductas proble-
           estudio longitudinal UDIPRE, un proyecto iniciado en el año   máticas, prediciendo la inclusión en el grupo Estable alto.
           2002 para el estudio del desarrollo y posterior evolución de los   A pesar de que en T1 tanto el patrón persistente como el
           problemas de conducta y la identificación de diversos factores   limitado a la infancia parecían compartir determinados fac-
           asociados (López-Romero et al., 2017). En el estudio inicial   tores de riesgo, algo ya observado en la literatura previa
           participaron un total de 192 chicos (72.4%) y chicas (27.6%),   (e.g., Odgers et al., 2008), los análisis llevados a cabo en T3
           con edades comprendidas entre los 6 y los 11 años. Se llevaron   reflejaron la existencia de tres perfiles bien diferenciados,
           a cabo estudios de seguimientos a los tres (T2; n = 133; 68,4%   con el patrón persistente manifestando mayores niveles de
           chicos), seis (T3; n = 138; 68,8% chicos), 10 (T4; n = 115; 64,3%   alteraciones conductuales y psicosociales en la adolescencia,
           chicos) y 12 años (T5; n = 122; 66,4% chicos) posteriores al   incluyendo conducta agresiva, personalidad psicopática, hi-
           estudio inicial. El estudio se desarrolló desde una perspectiva   peractividad y baja competencia social. Esto parece indicar
           multi-informante, con información proporcionada por padres,   que, aun compartiendo determinados indicadores de ries-
           profesores y los propios niños en T1, T2 y T3, información de   go a edades tempranas - aunque algunos estudios también
           padres y auto-informes en T4, y únicamente auto-informes en   han apuntado a la existencia de factores diferenciados (e.g.,
           T5. A lo largo de los 12 años de estudio, se obtuvieron medidas   Byrd, Loeber y Pardini, 2012) - existen mecanismos que
           de problemas de conducta, incluyendo conducta externalizante,   inciden en el desarrollo de la conducta problemática a lo
           agresión (reactiva/proactiva), conducta antisocial y delincuen-  largo del tiempo, favoreciendo tanto su persistencia como
           cia; rasgos psicopáticos y dureza emocional; variables de per-  su progresiva reducción.
           sonalidad incluyendo impulsividad, búsqueda de sensaciones
           o empatía; medidas de competencia social, ajuste escolar, con-  En un trabajo posterior (López-Romero et al., 2017) se ana-
           sumo de alcohol y consumo de drogas. Para una descripción   lizó la evolución de estos grupos o patrones de desarrollo a
           pormenorizada de los participantes, procedimientos, variables   lo largo de la adolescencia y adultez temprana, con datos ob-
           e instrumentos utilizados en cada uno de los estudios pueden   tenidos 10 (T4) y 12 (T5) años después del estudio inicial.
           consultarse las publicaciones de referencia de este trabajo.   Un primer resultado a destacar fue la identificación del grupo

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