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Investigación empírica
con problemas de conducta de inicio adolescente. Tras comprobar el grupo de alto riesgo ya que, tanto en la infancia (T1) como
que a penas existían diferencias entre el grupo problemático en la adolescencia temprana (T3), se relacionó con impor-
y el no problemático en variables centradas en el consumo de tantes índices de desajuste a nivel conductual (e.g., conducta
alcohol y drogas, se realizó un análisis clúster que identificó externalizante, agresión, delincuencia e hiperactividad) y psi-
claramente, dentro del grupo no problemático, a un subgru- cosocial (e.g., baja competencia social e implicación escolar).
po de jóvenes con un perfil similar al del inicio adolescente Más interesante es, si cabe, el perfil principalmente Psico-
(Moffitt, 1993). Este grupo se añadió a los ya identificados pático ya que mostró importantes niveles de desajuste en la
anteriormente y se establecieron nuevas comparaciones entre adolescencia, con niveles de problemas de conducta, agresión
ellos en diversas medidas de ajuste conductual y psicosocial. y baja competencia social justo por detrás del Externalizan-
En líneas generales se observó que el grupo problemático o de te-Psicopático.
inicio temprano persistente podía identificarse con un grupo
de alto riesgo, con mayores niveles de conducta problemática y Con el fin de analizar la evolución de estos grupos a lo largo
un peor ajuste psicosocial. Tal y como se podría esperar, el gru- de la adolescencia, se realizó un seguimiento de los mismos a
po con problemas de conducta de inicio adolescente mostró los 10 años de estudio (T4). Los resultados del análisis mul-
altos niveles de conductas problemáticas, particularmente en tivariante de la varianza (MANOVA) mostraron diferencias
la adolescencia media (T4), que se fueron reduciendo a medi- significativas entre los grupos analizados para problemas de
da que los jóvenes se acercaban a la etapa adulta (T5). conducta: Lambda de Wilks (Λ) = .663, F (6, 150) = 5.70, p <
.001; rasgos psicopáticos: Lambda de Wilks (Λ) = .601, F (6,
Como apunte final cabe destacar que, en todos los periodos 150) = 7.26, p < .001; agresión (reactiva/proactiva): Lambda
analizados (desde T1 hasta T5), los mayores niveles de rasgos de Wilks (Λ) = .635, F (6, 148) = 6.28, p < .001; y compe-
psicopáticos se observaron en el grupo de participantes con tencia social: Lambda de Wilks (Λ) = .818, F (6, 152) = 2.68,
problemas de conducta de inicio temprano persistente (o Es- p < .01. Dichas diferencias se mantienen incluso para cada
table alto). Este hecho refuerza la relación existente entre la una de las variables dependientes (ver Tabla 1), con tamaños
presencia de rasgos psicopáticos y el desarrollo de problemas del efecto medio-grande con valores (ŋ²) que van desde ,12
de conducta más severos y persistentes, y constituye la base de a ,31 (Cohen, 1988). Sin embargo, las comparaciones post
los siguientes objetivos de este trabajo. hoc mostraron que en este caso las diferencias entre el grupo
Externalizante-Psicopático y el principalmente Psicopático se
el papel de los rasgos psicopáticos como indicador distinti- disipan, observando en ambos grupos los mayores niveles de
vo de un grupo de alto riesgo problemas de conducta externalizante, incluyendo agresión y
conducta delictiva, rasgos psicopáticos tanto de tipo afectivo/
Dado que los rasgos psicopáticos aparecen efectivamente interpersonal (F1) como de tipo conductual (F2), agresión
relacionados con altos niveles de conductas problemáticas, reactiva y proactiva, y una baja competencia social representa-
y teniendo en cuenta el interés que este tipo de rasgos ge- da por menores niveles de habilidades de regulación emocio-
neraba en el estudio de los problemas de conducta, se inició nal y habilidades sociales y comunicativas. Este hecho refuerza
una línea específica de trabajo destinada a profundizar en la notablemente el poder predictivo que los rasgos psicopáticos
utilidad predictiva de la personalidad psicopática como un tienen a edades tempranas, incluso cuando los problemas de
indicador de riesgo en infancia y adolescencia. En un estudio conducta no han comenzado a manifestarse, resaltado su papel
preliminar llevado a cabo con datos de T1 y T2 (López-Ro- como indicador de riesgo más allá de la edad de inicio de la
mero, Romero y Luengo, 2011), se corroboró que la presen- conducta problemática.
cia de rasgos psicopáticos a edades tempranas se relacionaba
con una peor evolución de los problemas de conducta, ambos En esta misma línea se desarrolló un estudio en el que se analizó
informados por padres, favoreciendo una mayor severidad y la influencia de los rasgos psicopáticos en la infancia sobre la
persistencia 3 años después. En un trabajo posterior, se in- conducta antisocial adolescente. A través de análisis clúster se
tentó identificar distintos grupos de niños a partir del nivel identificaron dos grupos de niños con bajas y altas puntuacio-
de problemas de conducta y rasgos psicopáticos que mani- nes en rasgos psicopáticos en T1 (Romero, Pantelis y Gómez-
festaban en T1 (López-Romero, Romero y Luengo, 2012). Fraguela, 2016). Los análisis llevados a cabo a seis y 10 años
A través de un análisis clúster, se identificaron cuatro grupos: mostraron que el grupo de niños con altos niveles de rasgos psi-
uno principalmente Externalizante (18’8%), que agrupaba ni- copáticos en la infancia, mostraban mayores niveles de proble-
ños con problemas de conducta de inicio temprano con bajos mas de conducta, particularmente agresión, en la adolescencia,
niveles de rasgos psicopáticos; uno Externalizante-Psicopá- incluso tras haber controlado el nivel inicial de dichas conductas
tico (19’6%), con niños que manifestaban elevados niveles problemáticas. Además en este trabajo se examinó cómo se de-
tanto de problemas de conducta como de rasgos psicopáticos sarrollaban las conductas externalizantes en ambos grupos a lo
a edades tempranas; uno principalmente Psicopático (18’8%), largo de la adolescencia. Los resultados mostraron un aumen-
con bajos niveles de conducta problemática pero altos niveles to de la agresión, particularmente la agresión de tipo proactivo
de rasgos psicopáticos; y un grupo normativo o No problemá- (fría, instrumental y premeditada) en el grupo altos niveles de
tico (42’8%), el más numeroso de todos, con bajos niveles en rasgos psicopáticos; un resultado que fue corroborado tanto en
las variables de estudio. Las diferencias entre clústeres en las los informes de padres como de los propios jóvenes. Se observó
variables de agrupación (i.e., problemas de conducta y ras- también una mayor implicación con amigos antisociales y en
gos psicopáticos) fueron estadísticamente significativas entre el consumo de cannabis, poniendo de manifiesto, una vez más,
todos ellos tanto en T1 como en T3. Tal y como se podía la influencia de la personalidad psicopática en el desarrollo de
esperar, el grupo Externalizante-psicopático fue designado múltiples conductas de riesgo en el futuro.
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