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Investigación empírica
roles adultos (e.g., responsabilidades familiares, laborales) los
rasgos psicopáticos en La predicción
problemas de conducta tienden a desaparecer, por lo que este
de probLemas de conducta
tipo de alteraciones tendería a reflejar un patrón limitado a la
infanto-juVeniLes: integrando
adolescencia (Moffitt, 1993).
eVidencias en 12 años de estudio
A pesar de la utilidad que este tipo de modelos ha tenido en
Los problemas de conducta infanto-juveniles constituyen una la conceptualización y comprensión de los problemas de con-
de las problemáticas más prevalentes y que más atención de- ducta infanto-juveniles, así como en la clasificación diagnós-
mandan en los servicios de salud mental (Baker, 2013; Tho- tica y el desarrollo de intervenciones más específicas, todavía
mas, 2010). Con importantes implicaciones a nivel individual nos encontramos con categorías demasiado heterogéneas en
y social (Odgers et al., 2008) no resulta extraño que a lo lar- cuanto a etiología, curso y pronóstico. Tal y como se recoge
go de las últimas décadas se haya generado una importante y en la Figura 1, los estudios sobre trayectorias evolutivas han
productiva línea de investigación ligada al estudio de la con- mostrado que no todos los problemas de conducta de inicio
ducta problemática tanto en la infancia como en la adoles- temprano persisten en el tiempo, con un importante núme-
cencia. Más allá de definir el tipo de comportamientos que ro de niños que reducen de forma significativa sus conductas
agrupa (e.g., conducta contra normas, agresión, oposicionis- problemáticas antes de la entrada en la adolescencia (e.g., Bar-
mo), o analizar su continuidad a lo largo del tiempo, la mayor ker y Maughan, 2009; Veenstra, Lindberg, Verhulst y Ormel,
parte de la investigación llevada a cabo hasta el momento se 2009). Por otra parte, se ha constatado que los problemas de
ha centrado en identificar la gran cantidad de factores que, conducta de inicio temprano todavía recogen una importante
a distintos niveles (biológico, cognitivo, emocional, tempera- variabilidad de perfiles asociados a diversos factores y meca-
mental, personalidad, familia, grupo de iguales, entorno so- nismos explicativos (Frick, 2012; Waller et al., 2015).
cioeconómico; Murray y Farrington, 2010), pueden llegar a
influir en su desarrollo. Aun teniendo en cuenta la relevan-
cia e implicaciones del conocimiento generado hasta el mo-
mento, la mayor parte de los trabajos realizados en esta línea
han analizado la conducta problemática como un fenómeno
global, unitario (Frick, 2012). Sin embargo, los problemas de
conducta constituyen un claro ejemplo de fenómeno mar-
cado por una gran heterogeneidad y variabilidad en sus pa-
trones de desarrollo, con importantes diferencias en el inicio,
los procesos causales subyacentes, las trayectorias evolutivas,
o el tipo de problemas asociados que van surgiendo a lo lar-
go del tiempo (Fanti y Henrich, 2010). Teniendo en cuenta
esta heterogeneidad evolutiva, han sido muchos los modelos
y propuestas realizados para clasificar la conducta problemá-
tica en categorías más homogéneas. Uno de los modelos más
influyentes hasta la fecha es aquel que plantea la distinción de
los problemas de conducta infanto-juveniles en función de la
edad de inicio (Moffitt, 1993; Patterson, 1996), diferencian-
do entre aquellos de Inicio temprano y los de Inicio adolescente.
Los problemas de conducta de inicio temprano se caracterizan En un intento por delimitar la categoría de problemas de con-
por comenzar en la infancia, generalmente como resultado de ducta de inicio temprano persistente, en los últimos años se ha
la interacción entre un niño vulnerable a nivel temperamen- propuesto la existencia de un perfil caracterizado por la presen-
tal (e.g., alta impulsividad, pobre regulación emocional) y un cia de rasgos afectivos (e.g., dureza emocional), interpersonales
ambiente educativo adverso (e.g., prácticas parentales disfun- (e.g., manipulación) y conductuales (e.g., necesidad de estimu-
cionales; Moffitt, 1993; Patterson, 1996). A través de un efec- lación), similares a aquellos que definen la psicopatía adulta
to “bola de nieve” (Romero, 1998), donde los problemas se (i.e., rasgos psicopáticos; Romero, 2001). Esta perspectiva ha
van intensificando, cronificando y afectando progresivamente cogido fuerza tras años de investigación que han mostrado un
a otras áreas de funcionamiento (escuela, grupo de iguales), fuerte vínculo entre psicopatía adulta y la presencia de compor-
este grupo tiende a manifestar alteraciones conductuales más tamientos antisociales y delictivos severos (e.g., Hare y Neu-
severas y más persistentes en el tiempo, dando lugar a lo que mann, 2008), altos niveles de recidivismo (e.g., Salekin, 2008),
también se conoce como un patrón persistente en el ciclo vital. así como una respuesta inadecuada al tratamiento (e.g., Harris
Los problemas de conducta de inicio adolescente, por el con- y Rice, 2006). Resultados similares se han observado también
trario, se caracterizan por inicio más tardío, generalmente aso- en población infanto-juvenil a través de múltiples estudios que,
ciado al propio inicio de la adolescencia. Se ha sugerido que enmarcados en una sólida y creciente línea de investigación, han
este tipo de problemas, mucho más frecuente, surgirían como constatado la relación entre rasgos psicopáticos y problemas de
una forma exagerada de experimentar el cambio evolutivo que desajuste conductual y psicosocial severos y persistentes, tales
supone la entrada en la adolescencia, y responderían a una ne- como problemas de conducta y comportamiento agresivo (e.g.,
cesidad de búsqueda de autonomía e identidad alejada de los Rowe et al., 2010), conducta antisocial y delictiva (McMahon,
convencionalismos y los valores más tradicionales. Tal y como Witkiewitz y Kotler, 2010; Corrado, McCuish, Hart y DeLisi,
plantean estos modelos, una vez que estos jóvenes adquieren 2015), altas tasas de recidivismo (e.g., Salekin, 2008), ausencia
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