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Investigación empírica
correcta integración de éstos en la sociedad. Por ello, surge la riesgo podría entenderse como: “un peligro que puede acontecer
necesidad de desarrollar procedimientos de valoración y actua- con una cierta probabilidad en el futuro y del que no compren-
ción específicos que contemplen tanto las características indivi- demos totalmente sus causas o éstas no se pueden controlar de
duales, familiares y sociales de cada sujeto, como las caracterís- forma absoluta” (Andrews y Bonta, 2010, p. 164). Por tanto, por
ticas propias de la situación que ha dado lugar a dicha medida. factor de riesgo se entendería toda aquella característica (ya sea
Siguiendo esta línea, han cobrado importancia en los últimos ésta personal, familiar, grupal, social…) cuya presencia aumenta
años los instrumentos de valoración del riesgo, cuyo objetivo la probabilidad de que se produzca un determinado fenóme-
es facilitar información sobre determinadas características del no. En nuestro campo de estudio un factor de riesgo sería toda
menor y de su entorno que puedan contribuir o determinar de aquella variable que sitúa al joven, en cierta medida, en una po-
alguna manera la aparición de conductas antisociales futuras. sición de vulnerabilidad hacia el desarrollo de conductas anti-
sociales o delictivas (Andrews y Bonta, 2010; Luengo, Gómez-
Fraguela, Garra, Romero y Lence-Pereiro, 1999).
2. evolución y principios de la valoración del riesgo
Esta segunda generación de instrumentos dirigidos a evaluar
los factores de riesgo estáticos o históricos, ligados a la histo-
En los últimos años se han desarrollado nuevas técnicas para ria pasada del sujeto y no modificables (e.g. maltrato infantil,
predecir la conducta violenta basadas en tres elementos prin- historia de violencia previa), dio paso a una tercera etapa en
cipales: a) un mejor conocimiento de la naturaleza y procesos la valoración en la que se introdujeron los factores dinámicos,
que producen la violencia, b) la sustitución del término “peli- de naturaleza variable y susceptibles de cambiar a lo largo del
grosidad” por el de “riesgo de violencia”, y c) el desarrollo de tiempo (e.g. actitudes anti-normativas, capacidad de autocon-
protocolos e instrumentos de uso profesional para la valora- trol) (Andrews y Bonta, 2010).
ción del riesgo de violencia (Andrés-Pueyo y Redondo, 2007).
Actualmente se lleva a cabo la estimación del riesgo de vio-
Una de las primeras dificultades para el estudio de la violencia lencia de un modo más completo y apropiado, integrando
es su delimitación conceptual, siendo muy frecuente encontrar aspectos propios de la valoración clínica (como la evaluación
bajo la etiqueta de violencia, erróneamente, fenómenos distin- clínica estructurada y toma de decisión final) y de la actuarial
tos tales como agresividad, impulsividad o delincuencia. Ade- (como la recogida e inclusión de datos predictores empírica-
más, el concepto de violencia puede entenderse como acción mente verificados). Por tanto, la cuarta etapa de la valoración
o comportamiento y como disposición, capacidad o atributo del riesgo se basa en un procedimiento clínico estructurado
psicológico. Ambas connotaciones deben diferenciarse clara- (Andrés-Pueyo y Echeburúa, 2010), basado en guías de valo-
mente ya que los determinantes de una acción y los de una ración del riesgo y en un proceso de evaluación protocolizado
disposición son distintos. A nivel global podríamos decir que que requiere la adecuada formación de los profesionales.
la violencia es una conducta compleja, heterogénea, intencio-
nada, infrecuente y multicausal. No obstante, para predecir la Esta evolución en la valoración del riesgo ha basado la labor
conducta violenta no necesitamos conocer sus causas eficaces, de los profesionales en el ámbito de la evaluación y la inter-
sino qué factores de riesgo están asociados con ella y al respec- vención con menores infractores, que en la actualidad debería
to, han sido varios los estudios que han demostrado que cada estar guiada por una serie de principios que han demostrado
tipo de violencia tiene sus factores de riesgo y protección aso- empíricamente ser útiles a la hora de aumentar la eficacia del
ciados de forma específica (Andrés-Pueyo y Redondo, 2007). proceso de intervención y reducir la probabilidad de reinci-
dencia de los menores. Tomando en consideración la evalua-
En un principio la predicción de la conducta violenta se ba- ción como un proceso continuo que debe dotar a la predicción
saba en la valoración de la peligrosidad del sujeto desde una de un carácter dinámico que permita gestionar el riesgo de una
perspectiva clínica no estructurada. La peligrosidad ha sido forma variable en el tiempo según las distintas circunstancias
definida como la propensión de una persona a cometer actos cambiantes, la evidencia empírica plantea unos principios ba-
violentos, y categorizada a nivel legal como el riesgo de co- sados fundamentalmente en: a) centrar las intervenciones en
meter delitos graves por parte de un sujeto (Andrés-Pueyo y la modificación de los factores de riesgo presentes; b) emplear
Echeburúa, 2010). No obstante, la peligrosidad es una variable tratamientos cognitivo-conductuales; y c) dirigir las inter-
discreta, estática y genérica que lleva a tomar decisiones del venciones fundamentalmente a los infractores de alto riesgo
tipo todo/nada en el pronóstico, guiadas únicamente por el (Andrés-Pueyo y Echeburúa, 2010).
juicio clínico del profesional. Por ello, se ha considerado per-
tinente sustituir el concepto de “peligrosidad” por el de “riesgo Estos aspectos han sido desarrollados en uno de los modelos
de violencia”, ya que éste último es un constructo continuo, va- más influyentes en nuestro campo de investigación, el mode-
riable y específico, que permite tomar decisiones graduadas de lo de Riesgo-Necesidad-Responsabilidad de Andrews y Bonta
pronóstico futuro de violencia (Andrés-Pueyo y Echeburúa, (2010). Este modelo plantea que toda intervención eficaz debe
2010; Andrés-Pueyo y Redondo, 2007). Comienza con este estar centrada en tres principios básicos. El principio de riesgo
cambio de paradigma una segunda etapa en la valoración del supone que la intervención debe enfocarse hacia el cambio de
riesgo sustentada en los procedimientos actuariales. los factores predictores de la delincuencia en función de su ni-
vel riesgo. De este modo, los jóvenes que presenten mayor nivel
El procedimiento actuarial basa la valoración del riesgo en la de riesgo deberán ser objeto de intervenciones más intensivas
utilización de instrumentos objetivos mediante los que el profe- y extensivas, mientras que los individuos de bajo riesgo serán
sional cuantifica estadísticamente el riesgo de violencia. Así, el más apropiados para la realización de intervenciones mínimas
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