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Comentario y crítica de libros



                                Las malas artes.             El hombre primitivo comienza a hacer historia pintando animales
                                                             en el momento de ser cazados, o alguna escaramuza entre cazado-
                               Crimen y pintura              res con resultado de muerte. Las grandes civilizaciones inventan
                                                             el arte y con el arte las pinturas de guerra. Los griegos pusieron
                                                             su granito de arena, ningún hombre tan sádico como sus dioses;
                                                             los papas italianos y los reyes florentinos mejoraron la técnica del
                     Autor: cArloS Pérez VAquero.            veneno hasta el sibaritismo.
                                             Jurista y escritor
                                            Editorial epraxis
                                                             En la literatura el crimen es ineludible. En los manuscritos italianos
                                              Madrid, 2012
                                                             de Stendhal hay un episodio sobre Victoria Accoramboni esposa
                                      (derecho@marcialpons.es)
                                                             del Príncipe Orsini, que fue asesinada y, mientras le clavaban el pu-
                                                             ñal, el pérfido criminal le preguntaba: “Señora ¿Os toca mi puñal el
                                                             corazón? Este perverso criminal habría dado su vida por un pintor
       Fascinante es constatar que el crimen interesa a la mayor parte   o un fotógrafo en el momento del acto nefando. Impresiona.
       de los humanos desde el inicio de los tiempos. Seguramente lo
       más interesante que ocurrió en el jardín del edén fue el asesinato   Thomas de Quincey, el comedor de opio, escribió una serie de rela-
       de Abel. Allí donde nada malo podía pasar, sorprendentemente,   tos bajo el título “Del asesinato considerado como una de las bellas
       irrumpió la maldad (quizá en forma de serpiente, o de manzana,   artes” y, en la misma línea, el autor Carlos Pérez Vaquero ha con-
       quién lo puede saber), anidó en el pecho de Caín y culminó con   cebido su libro como una muestra minuciosa de la belleza que hay
       el golpe de quijada y el ocultamiento del cadáver. El disimulo de   en la pintura negra de los mejores, ofreciendo a sus lectores un libro
       Caín, el hallazgo del cadáver, las pruebas encontradas y la poste-  sumamente original sobre crimen y pintura: Las Malas Artes.
       rior condena del juez supremo, que obligó a vagar sin rumbo por
       todo el orbe terráqueo al ejecutor y a toda su descendencia, son   “El libro que tienes ahora entre tus manos nace con la intención
       ingredientes comunes en casi todos los asesinatos antiguos y mo-  de entretenerte, acercándote a uno de los aspectos más desco-
       dernos. Por desgracia no tenemos prueba gráfica del delito, aunque   nocidos de la quinta de las Bellas Artes –la pintura– para que
       posteriormente distintos artistas ilustraron los libros de Historia   descubras que un cuadro también puede contemplarse desde la
       Sagrada que estudiamos en la escuela de párvulos. Era la imagen   perspectiva del delito: cuando los pintores han plasmado en sus
       más atrayente y aterradora del libro para nuestros infantiles ojos.  lienzos escenas de temática criminal o cuando han sido ellos, los
                                                             propios artistas, quienes han tenido una vida marcada por una
       El crimen, la huella de Caín, condenó a la casta de los humanos   conducta delictiva” dice el autor.
       y, paradójicamente, desde entonces el asesinato sedujo al hom-
       bre.  La  prehistoria  y  la  historia  se  desarrollan,  una  vez  cogido   Los crímenes siempre han provocado grandes dosis de emoción,
       el tranquillo, con abundancia de matanzas, la humanidad parece   de terror y expectación. Pero en otras épocas se celebraban juicios
       proclive al golpe de gracia previa tortura. Y gusta tanto la muerte   espectaculares y, a falta de fotógrafos, acudían artistas a pintar la cara
       con violencia que se institucionaliza el espectáculo para dar gusto   del criminal y posteriormente la del ejecutado con toda su crudeza.
       al pueblo con algo que salía gratis.                  Los maravillosos pintores italianos, los tenebristas holandeses, nues-
                                                             tros grandes maestros, los artistas vieneses de mente abyecta y pincel
                                                             magistral, los americanos testigos del racismo y la ley de Linch...
                                                             Todos están presentes en el libro de Carlos Pérez Vaquero. Ellos, y
                                                             sus terribles dibujos o pinturas. Pasen y vean, señoras y señores.

                                                             Carlos Pérez Vaquero nos pasea por la historia del arte y de la
                                                             iniquidad humana y aprovecha para mostrarnos las obras de los
                                                             consagrados: desde las ejecuciones más primitivas a los asesinatos
                                                             más sofisticados, una muestra insólita y completa de la crueldad
                                                             y de la depravación.
                                                             Porque Pérez Vaquero ha reunido para el público los peores crí-
                                                             menes y la degeneración más abyecta: Pintadas en el lugar de los
                                                             hechos, como dice él mismo. El libro es exhaustivo y didáctico
                                                             pero sin cansar, es entretenido, asusta, divierte y está muy bien
                                                             documentado. Así que lo recomiendo fervientemente.

                                                                                     MArtA VelASco bernAl
















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