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INTERÉS PROFESIONAL
Miguel Ángel Manchado Flores
aprendiendo a empatizar con los sentimientos de las demás familias, a responsabilizarse
de sus propias acciones, a aceptar a cada individuo como único y valioso, a permitir a
los otros responsabilizarse de ellos mismos y a experimentar la vivencia de autonomía y
pertenencia” (Sempere y Fuenzalida, 2017 p. 98).
Sempere y Fuenzalida (2017) señalan que “en general, los/as autores/as coinciden en
una evidencia: todas las familias participantes en la experiencia multifamiliar se benefi-
cian a la vez de lo aportado por la terapia de grupo y por la terapia familiar” (Sempere
y Fuenzalida, 2017 p. 226). Y es que la TIF está orientada al cambio personal y familiar
mediante el uso deliberado del grupo como un ente que da la posibilidad de revisar
el funcionamiento individual y los vínculos relacionales al objeto de explorar y redefinir,
a través del establecimiento de un diálogo grupal, el origen, naturaleza y soluciones
del malestar psíquico, especialmente en el ámbito de la salud mental. Dado que al-
gunas narrativas expresadas en grupo recrean, según la terapia grupal interpersonal,
“construcciones interpersonales mal adaptativas y […] aplicación rígida de esquemas
cognitivos interpersonales patológicos” (Sempere y Fuenzalida, 2017 p. 101), el deve-
nir del diálogo y del proceso grupal es una oportunidad para la revisión de dinámicas
familiares y de conflictos interpersonales que pueden surgir a través de la escucha de
otras narrativas alternativas referidas a situaciones análogas a las expresadas original-
mente que, junto a las “experiencias relacionales que se producen in-vivo” (Sempere
y Fuenzalida, 2017 p. 102), pueden suponer “experiencias emocionales correctivas”
(Sempere y Fuenzalida, 2017 p. 102), tanto para el individuo como para las familias.
La Terapia Interfamiliar también utiliza las bases teóricas de la terapia familiar sistémica
para comprender e intervenir sobre “los fenómenos interactivos de la familia y entre
unas familias y otras” (Sempere y Fuenzalida, 2017 p. 109) y por ello también usa la
teoría general de sistemas y la teoría de la comunicación humana. Se parte de la idea
de que las familias son “sistemas socioculturales organizados de acuerdo con roles y
estructuras, y caracterizados por tener estabilidad, jerarquía, poder y control” (Sempe-
re y Fuenzalida, 2017 p. 109) constituyéndose en un “sistema autocorrector y dinámico
y, por lo tanto, que la intervención terapéutica debe ir dirigida hacia la interacción entre
los miembros, sus modos de relación y las reglas que rigen esa relación” (Sempere
y Fuenzalida, 2017 p. 109). La peculiaridad del espacio multifamiliar consiste en que
posibilita la interacción entre sistemas familiares posibilitando mutuas autocorreccio-
nes; además, Sempere y Fuenzalida (2017) subrayan que, en el espacio multifamiliar,
estos contactos interfamiliares “se integran con los sistemas profesionales e institucio-
nales en un suprasistema social” (Sempere y Fuenzalida, 2017 p. 110) haciendo de
la TIF un “complejo dispositivo terapéutico de sistemas superpuestos y en constante
interacción” (Sempere y Fuenzalida, 2017 p. 110). Pero, dado que “los sistemas […]
existen en las interacciones a través del lenguaje” (Sempere y Fuenzalida, 2017 p.
112), la TIF también usa numerosas aportaciones de la teoría de la comunicación,
58 TRABAJO SOCIAL HOY 3. Cuatr. 2021, n.º 94 [49-73] ISSN 1134-0991
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