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DOSSIER


                                       La construcción de la identidad profesional en el alumnado de Trabajo Social


                  ejercicio profesional (Báñez Tello, 2012), algo que es percibido por el alumnado desde
                  su inicio académico. Especialmente los estudiantes varones, aun siendo minoría en las
                  aulas, perciben su posición privilegiada.


                        S3: A mí me trataron super bien. Por ejemplo, en el caso que se necesite una
                        figura de imponer o de seguridad, yo sigo teniendo ventajas por ser hombre. Que
                        es una estupidez de construcción social.


                  Esta realidad es descrita por Sáinz, López-Sáez y Lisbona (2004) como paradoja de la
                  minoría frente a la mayoría, en la que de forma resumida hace referencia a la doble ga-
                  nancia que tienen los hombres, pues en las carreras típicamente femeninas destacan
                  y en las típicamente masculinas vuelven a posicionarse sobre la mujer. Por otro lado,
                  como expone el mismo interlocutor, el rol profesional del varón trabajador social está
                  ligado a esas figuras del ámbito de coacción o control social, al igual que asumen con
                  mayor frecuencia roles de dirección. Según Báñez Tello (2012), los varones utilizarían
                  esas vías “como estrategia masculina para transformar su identidad profesional, perci-
                  bida como femenina y dominada” (p. 92). Lo que significa a su vez una reproducción
                  colateral de ese sexismo por el estudiante varón, quien busca evitar su identificación
                  feminizada en la profesión. Pero la elección atípica de una carrera feminizada puede
                  también ser reflexionada desde la masculinidad.


                        S8: Es una profesión feminizada y no se está masculinizando, porque las mas-
                        culinidades que entran no son las hegemónicas. Por tanto, sigue estando femi-
                        nizada.

                  Entre los estudiantes varones de Trabajo Social no se estarían representando esos pa-
                  trones propios patriarcales, reproduciendo nuevamente el rol feminizado de la carrera.
                  Asimismo, el estudio de López Sáez (1995) demostró que los hombres que eligen una
                  carrera típicamente femenina se diferencian de aquellos que eligen una carrera mascu-
                  lina por ser, en líneas generales, más comunales (comprensivos, compasivos, cálidos)
                  y menos agénticos (dominantes, agresivos, individualistas). Toda esta cuestión relativa
                  al género puede ser útil para nuevas líneas de investigación sobre la profesión: ¿Qué
                  percibe el alumnado como disciplina feminizada? ¿Es necesaria su deconstrucción o
                  ponerla en valor? ¿Qué tipo de alumnado se precisa para ese cambio?

                  La perspectiva de género es sin duda indispensable en el estudio de identidad pro-
                  fesional, como una caja de pandora llena de preguntas aún sin resolver. De lo que
                  no hay duda es que las atribuciones, buenas o malas, del “otro” son tan importantes
                  para el alumnado como su interpretación subjetiva en la construcción de su identidad
                  profesional.




                  TRABAJO SOCIAL HOY 3.   Cuatr. 2021, n.º 94 [7-28] ISSN 1134-0991       21
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