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DOSSIER
Tania Porto Zubieta
Entre otros retos y desafíos del Trabajo Social, se puede destacar su lucha permanente
por posicionarse en el mundo académico. Pero una vez dentro y conquistados todos
los grados universitarios, el reto está en legitimar su episteme con la reflexión y aporte
en estos nuevos niveles de conocimiento; pues contribuirá al reconocimiento académi-
co y valoración profesional demandado por profesionales y alumnado (Martín Estalayo,
2013).
La desvalorización del Trabajo Social ya es percibida por el alumnado en su elección
de carrera, proceso que como refiere Azpeitia Armán (2019) no es tan individual y libre
como se piensa, sino que viene marcado por la influencia de las relaciones sociales,
contextos e imaginarios.
S1: A mi familia no le hizo mucha gracia. Porque es mucho mejor tener una hija
que haga medicina a que haga Trabajo Social. Sobre todo, si eres de las que
saca buenas notas.
S5: Era mucha presión, porque si no hacías ingeniería, medicina, etc., no eres
nada. Ibas a ser barrendero.
La profesión se asocia a una carrera poco exigente, con pocas salidas e “indigna”,
sobre todo para quienes cuentan con un expediente académico bueno y capacidad
para estudiar otra carrera de mayor prestigio. El estatus de las Ciencias Sociales, y
dentro de ellas el Trabajo Social, no han encontrado aún el reconocimiento deseable,
pues éstas no responden a una lógica de producción capitalista que, como refiere el
sociólogo Bialakowsky (2013), no considera el capital cognitivo que aportan las disci-
plinas sociales.
Entre las causas de esta desvalorización profesional, el alumnado apunta a los medios
de comunicación, las malas prácticas profesionales, su politización y resaltan la consti-
tución histórica y feminización de la profesión.
S3: No se nos ha dado la legitimidad de ciencia que se debería de tener hacia la
disciplina. Y a parte, una profesión feminizada. Lo que conlleva menor valoración
en todo el sistema.
S7: Me impacta. Porque a las carreras de cuidado siempre se dedica la mujer y
los hombres a carreras más valorizadas, donde se necesitan más competencias.
Según la sociedad nosotras hacemos carreras como más “fáciles”. Y las carreras
“difíciles” son cosa de hombres.
El carácter feminizado de Trabajo Social ha condicionado la escasa presencia y
valoración social de la profesión e influido en la autonomía y autoridad necesaria para su
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