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Investigación empírica
Por ello, el desarrollo de la empatía durante la infancia y la Por último, numerosos autores se han percatado del hecho de
adolescencia es un factor de protección de actos delictivos, que niveles más bajos de empatía se encuentran relacionados
dado que pueden inhibir conductas antisociales y delictivas y de un modo más intenso con determinados delitos, espe-
promover comportamientos de adaptación personal y social cialmente con delitos contra personas (Van der Graaff et al.,
(Carlo et al., 2014; Mikolajewski, Chavarria, Moltisanti, Hart 2014), o el hecho de que la empatía tiene un papel relevante en
y Taylor, 2014). Por tanto, como es de esperar, a lo largo de las determinados delitos (Brewer y Kerslake, 2015).
investigaciones ha habido consenso alrededor de la relación
entre la empatía y la conducta prosocial, mostrando una rela- Debido a este gran cúmulo de estudios, se han llevado a cabo
ción positiva entre ellas y negativa con el razonamiento hedo- revisiones, entre las que se encuentran la de Jolliffe y Farring-
nista (Eisenberg et al., 2002; Telle y Pfister, 2016; Tur-Porcar, ton (2004). En él se incluye estudios muy heterogéneos entre
Llorca, Malonda, Samper y Mestre, 2016). sí, desde algunos comparando muestras de delincuentes violen-
tos con delincuentes no violentos hasta estudios primarios cuya
Si observamos la relación con conductas agresivas, estudios población objetivo son delincuentes con problemas mentales.
como los llevados a cabo por Etxebarría et al. (2009), ya mues- Además, no se centra en poblaciones adolescentes, las cuales
tran una relación entre empatía y conductas agresivas en niños tienen unas singularidades bien conocidas en relación con cier-
con tan sólo 6 años. En esta línea, existen numerosos estudios tas conductas problemáticas (Martorell, González, Ordóñez, y
que muestran la relación entre empatía y agresión siendo la pri- Gómez, 2011; Contreras y Cano, 2016). Asimismo, no tiene
mera revisión sistemática sobre ese tema la realizada por Miller en cuenta el posible efecto moderador de variables tanto meto-
y Eisenberg (1988). En ella, los autores analizaron 30 estudios dológicas como demográficas (como la edad), siendo esta una
tanto de niños, así como de adolescentes y adultos, en los que se diferencia clave entre el presente estudio y dicho meta-análisis.
observó una correlación negativa estadísticamente significativa
entre empatía y agresión sólo cuando el método de medida de la Por su parte, el metanálisis de Van Langen, Wissink, Van
empatía eran el uso de cuestionarios. En la revisión cualitativa Vugt, Van der Stouwe y Stams (2014), este no es comprende
llevada a cabo por Lovett y Sheffield (2007) en la cual emplea- toda la literatura relevante existente; por ejemplo, solo incluye
ron muestas tanto de niños como de adolescentes se analizó estudios que utilicen presos como grupo de comparación, no
un total de 17 estudios, teniendo en cuenta la empatía como tiene en cuenta a los exconvictos ni a los condenados a penas
un constructo afectivo. Los autores concluyeron que empatía y diferentes al internamiento en prisión. Además, no se centra
agresión se encuentran relacionadas negativamente. en poblaciones adolescentes, las cuales tienen unas singulari-
dades bien conocidas en relación con ciertas conductas proble-
Estudios más recientes muestran la importancia de la empatía máticas (Martorell et al., 2011).
así como de la regulación de las emociones en la inhibición de
comportamientos agresivos (Arce, Fariña y Novo, 2014; Llor- La revisión más reciente es la llevada a cabo por Férriz, Sobral
ca, Malonda y Samper, 2017). Además se observa incapacidad y Gómez-Fraguela (en prensa). Ésta contiene un total de 39
para inhibir comportamientos agresivos en adolescentes con estudios primarios acerca de la empatía cognitiva y 52 estu-
niveles muy bajos de empatía (Carlo et al., 2010; Wang, Lei, dios para el caso de la empatía afectiva, integrando un número
Yang, Gao y Zhao, 2017) muy superior de estudios en comparación a metanálisis pre-
vios a pesar de autolimitarse a muestras de adolescentes con
En relación a las conductas antisociales, se ha analizado y co- delincuencia oficial registrada. En cuanto a los resultados, se
rroborado su relación con bajos niveles de empatía a lo largo obtiene una relación significativa y negativa entre la empatía y
de numerosos estudios (Calvo, González y Martorell, 2001; la delincuencia (r = -.212, p < .001), de modo que los menores
Garaigordobil, 2005; Mirón, Otero y Luengo, 1989; Li et al., infractores presentan niveles de empatía más bajos que aque-
2015; Navas, Muñoz y Graña, 2005). llos que no cometieron delitos. Más específicamente, se halla
que la empatía cognitiva correlaciona con la delincuencia, r
Por último y en referencia a la delincuencia, los resultados de = -.220, p < .001, con una mayor intensidad que la empatía
la comparación de adolescentes delincuentes con sus iguales afectiva, r = -.140, p < .001. Este resultado indicaría déficits
no delincuentes muestran que los infractores presentan menor más profundos de empatía cognitiva que de empatía afectiva,
capacidad empática (González-Gadea et al., 2014; Schalkwijk de modo que el principal problema con el que se enfrentarán
et al., 2016; Van der Graaff, Branje, De Wied y Meeus, 2012; estos menores es en llegar a comprender y entender los estados
Van der Helm, Stams, Van der Stel, Van Langen y Van der internos de los demás, y no tanto en su capacidad para expe-
Laan, 2012). En la mayoría de estudios analizando su relación rimentar ellos mismos estados emocionales similares en alto
con la empatía, se han encontrado diferencias en empatía de grado a los de otros (por ejemplo, personas en situación de
forma consistente entre infractores y no infractores (ej.: Burke, sufrimiento). Este hecho provocaría que estos menores se en-
2001; Chandler y Moran, 1990). Además, se ha observado que contrarían limitados a la hora de experimentar dichos estados
la ausencia de empatía actúa como factor predictor de la rein- emocionales por sus pensamientos y cogniciones.
cidencia (Mulder, Brand, Bullens y Van Marle, 2010)
CoGNiCioNeS Y emoCioNeS moRALeS:
No obstante, estas diferencias no han sido obtenidas en todos
CARAS De UNA miSmA moNeDA
los estudios realizados (Lee y Prentice, 1988; Lardén et al.,
2006), y en otros, dichas diferencias sólo han sido obtenidas
para ciertas medidas de empatía, pero no para otras (Kaplan y Ambos componentes (razonamiento moral y emociones mo-
Arbuthnot, 1985). rales) pueden estar implicados en la misma medida en la mo-
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