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Por otro lado, estos datos tienden a moderarse en la actividad acuicultura, donde las
mujeres representan un 31,27% de las personas ocupadas en esta actividad o el área
de transformación y comercialización donde su representatividad alcanza el 67%.
Esta segregación horizontal, que sitúa a las mujeres en actividades que responden a
los roles tradicionalmente femeninos, supone también peores condiciones laborales,
tales como salarios más bajos,
jornadas no fijadas, falta de
reconocimiento profesional,
enfermedades no tipificadas como
tales, es decir, condiciones laborales
precarias.
Con el objetivo de fomentar la
igualdad de oportunidades entre
mujeres y hombres en el acceso,
permanencia y promoción en el
mercado laboral, impulsar el emprendimiento femenino, así como mejorar las
condiciones de trabajo y la calidad de vida de las mujeres e impulsar su liderazgo y
empoderamiento en el sector pesquero y acuícola se ha desarrollado el Plan para la
igualdad de género en el sector pesquero y acuícola (2015-2020) que se encuentra
en línea con el Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades (2014-2020) del
Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades y con el Plan para la
Promoción de las Mujeres del Medio Rural. Además, del 5 al 7 de noviembre de 2018
tendrá lugar la I Conferencia Internacional de Mujeres de la Pesca en Santiago de
Compostela, donde se tratarán temas como el papel de la mujer en la
diversificación pesquera, asociacionismo y liderazgo, condiciones laborales,
formación y profesionalización, etc.
Sector agrario
Una de las características del sector agrario español es que la titularidad de las
explotaciones agrarias se encuentra masculinizada, la mayor parte de las personas
titulares de explotaciones son hombres. En este sentido, cabe destacar la aportación
de la Ley 35/2011, de 4 de octubre, sobre titularidad compartida de las explotaciones
agrarias, con la que se pretende el reconocimiento jurídico y económico de su
participación en la actividad agraria. El propio carácter familiar del tejido
económico rural, en el que prevalecen los estereotipos de género, supone una
invisibilización del trabajo de las mujeres en las explotaciones agrarias, donde el
trabajo realizado por las mujeres se percibe y se refleja en las estadísticas, en la
mayoría de los casos, como “ayuda familiar”. Según datos de la Encuesta de
Estructuras Agrarias de 2013 (INE) en un 21% de las explotaciones había aportación
de trabajo del cónyuge del titular, aunque en empleos equivalentes en el mismo
año, ese porcentaje era de un 6%. Las mujeres eran titulares del 23% de las
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