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INTERÉS PROFESIONAL
La simbiosis perfecta: neurociencia y Trabajo Social
cas, las cuales consiguieron centralizar los primeros estudios neurocientíficos. Como
veremos a lo largo del artículo que invita a introducirnos en este apasionante horizonte,
la perfecta simbiosis entre los procesos sociales y los neurobiológicos.
Los factores sociales siempre han sido considerados poco relevantes en la estructura
o función biológica básica, o si la tenían, eran valorados como factores demasiado
complejos para justificar su estudio.
Sin embargo, la neurociencia de forma transdisciplinar presenta, al Trabajo Social y
a otras ciencias sociales y humanas, la existencia de diferentes mecanismos biológi-
cos que subyacen a los complejos procesos sociales, la conducta social y a la inver-
sa. Estos sucesos neurobiológicos operan en el individuo a través de una interacción
continua entre el ambiente y los factores neuronales, neuroendocrinos, metabólicos e
inmunes en el cerebro y el cuerpo.
Nuestra disciplina supeditada a la visión “biologicéntrica” (permítase la invención de
este vocablo para definir el reduccionismo biológico de algunas ciencias en detrimento
de otras disciplinas sociales y humanas) en el ámbito sanitario, tiene la oportunidad de
tener un marco neurocientífico con los aportes de esta nueva ciencia.
Por ello, para introducirnos en esta disciplina es recomendable una breve introducción
antropológica, para recordar nuestro éxito evolutivo como especie en el árbol genealó-
gico. Y manifestar cómo los procesos o sinapsis sociales mantienen una clara influen-
cia en nuestro repertorio comportamental, neurológico e incluso genético.
Hemos sobrevivido y prosperado como especie formando desde simples hasta com-
plejísimas estructuras sociales que nos han proporcionado factores importantes para
nuestra supervivencia y evolución, como: la alimentación, la reproducción, la protección,
la interacción, la pertenencia y la cooperación. A través de las comparaciones entre
especies se ha revelado que la evolución de los cerebros grandes y metabólicamente
costosos está estrechamente asociada a la complejidad social de los grupos sociales
(Dunbar y Shultz, 2007). Como ejemplo ilustrativo, sirva la investigación de la langosta del
desierto (Ott y Rogers, 2010). La cual tiene un estado social y otro asocial, este último es
la condición más típica. Durante este período la langosta tiende a evitar a sus congéne-
res. Sin embargo, bajo condiciones específicas, las langostas se transforman de una fase
solitaria a otra de enjambre. En este momento los cerebros de estas langostas crecen
aproximadamente un 30 % más, para adaptarse a las demandas del grupo y al proce-
samiento de información adicional de su entorno social, más complicado en esta fase de
enjambre. Siendo la privación de estas conexiones sociales el motivo de retorno a la fase
asocial, junto con la consiguiente reducción del volumen cerebral. Por ello autores como
Leslie Brothers insistieron en la investigación de la neurobiología de los comportamientos
sociales (Brothers, 1990a, 1997b).
TRABAJO SOCIAL HOY 3. Cuatr. 2021, n.º 94 [75-87] ISSN 1134-0991 77
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