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INTERÉS PROFESIONAL


                 M.ª Ángeles Araya Perdomo


                 INTRODUCCIÓN


                 Las primeras referencias del Trabajo Social Clínico o Sanitario las encontramos en la
                 primera década del siglo XX en la lectura de mesilla de noche de cualquier trabajador/a
                 social, con autores/as tan ilustres como: Mary E. Richmond y el Dr. Richard C. Cabot.

                 El Trabajo Social Clínico se nutre del ejercicio profesional de casework (Trabajo Social
                 de Caso), donde la interacción entre la experiencia biológica, psicológica y social pro-
                 porcionan una guía de intervención clínica (Garcés, 2010). Así, la National Association
                 of Social Workers ve la relación del cliente con su medio ambiente, como esencial
                 para el enfoque primario de bienestar mental, emocional y conductual de individuos,
                 parejas, familias y grupos; provocando cambios en la relación interpersonal, social y en
                 las relaciones con personas significativas en el espacio vital de los individuos (Ituarte,
                 1992).

                 De esta manera, la epistemología del Trabajo Social Clínico, fundamentada en nuestro
                 carácter gregario, será la precursora social de las referencias neurobiológicas que se
                 muestran a continuación.

                 En los albores del siglo XXI los preliminares estudios neurocientíficos comienzan a fun-
                 dar las bases científicas de una nueva disciplina, la neurociencia. La cual estudia y pro-
                 fundiza en los fenómenos y procesos de nuestro sistema nervioso central y periférico
                 y su relación con los factores ambientales, sociales y genéticos explicando de esta
                 manera el comportamiento humano. Gracias a los avances tecnológicos, que miden la
                 actividad cerebral, se ha incrementado la diagnosis clínica con técnicas de neuroima-
                 gen y registro de la actividad cerebral como: tomografías por emisión de positrones,
                 (PET) resonancias magnéticas funcionales (IRMf), etc.

                 Así, la neurociencia ha comenzado a remover las bases científicas de muchas dis-
                 ciplinas con los resultados de sus investigaciones y sus aplicaciones, como la me-
                 dicina, la psicología, la inmunología, la biología, la genética, la antropología, entre
                 muchas otras. Sin embargo, al Trabajo Social Clínico brinda la oportunidad de ofre-
                 cer bases científico-clínicas para nuestros estudios, investigaciones y mejoras en la
                 intervención.

                 En principio, esta nueva ciencia fue tachada por sus homólogas en un reduccionismo
                 fisiológico del estudio neuronal del cerebro y sus correlatos. Lo que dañaría gravemen-
                 te la aceptación de esta nueva disciplina y sus novedosas aplicaciones prácticas.

                 De hecho, las sinapsis sociales (Cozolino, 2006) despertaron, al menos durante los
                 primeros años de la neurociencia, menor interés que las sinapsis puramente biológi-


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