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Editorial
violencia e infancia
Es una tarea infructuosa el tratar de definir que es la violencia y atender a todas las variables
que la investigación empírica ha señalado como fundamentales en su aparición. La violen-
cia está continuamente a nuestro alrededor y no es un fenómeno recientemente aparecido,
ya que la historia humana desde sus inicios es también la historia de la violencia. Desde los
orígenes de la civilización para la solución de sus problemas, tanto divinos como humanos,
el hombre se ha valido de adecuadas dosis de violencia y ha utilizado dispares vehículos
justificatorios, como la religión, la raza, la economía o las propias razones humanitarias,
para su puesta en escena. Estos actos de todas formas han tenido un sustrato común: la
dominación.
La violencia doméstica, la escolar, la legal, todas tienen este mismo motivo en su génesis. Se
ejerce violencia para mantener la supremacía sobre alguien. Si se ejerce en el ámbito de la
infancia, se ejerce con los miembros más débiles de la sociedad. El objetivo es la conquista
del poder de los que tienen el poder en contra los miembros menos fuertes y más desfavo-
recidos.
La violencia tiene como compañera de viaje habitual a la intolerancia. Si la violencia crece,
crece la intolerancia y al revés. La intolerancia está en el origen de la violencia y esta pro-
porciona a la intolerancia un excelente caldo de cultivo.
Nuestros hijos están continuamente expuestos a modelos de violencia e intolerancia y poco
a poco van integrándolas en sus comportamientos. Este aprendizaje de los modelos a imitar,
no solo se genera en los lugares básicos de socialización como los hogares, las escuelas o los
grupos de iguales sino que en la actualidad tiene un complemento más potente; los medios
de comunicación. Los vigorosos amplificadores de los medios, a menudo han suplantado las
tareas de los grupos básicos, modificando la realidad. El acceso a ellos es fácil y sus enuncia-
dos en muchos casos están preñados de modelos agresivos y violentos que desde los planos
psíquico y físico actúan enérgicamente. El envoltorio es fácilmente digerible en forma de
dibujos animados y videojuegos, están especialmente diseñados para ellos y son emitidos en
franjas televisivas de máxima audiencia.
La regulación se ha hecho necesaria y las llamadas a la impunidad de los medios se multi-
plicaron. Así, la Unión Europea de Difusión emitió un informe en el que denunciaba una
alta tasa de violencia en las imágenes emitidas, no solo en series y películas, sino también en
los informativos y dibujos animados y apremiaba al control de imagen con este contenido.
Esta circunstancia obligó a integrar el ordenamiento jurídico español a la directiva de la
Unión Europea promulgando la ley 22/1999. El seguimiento de los mandatos de la Ley
y la falta de autorregulación de los medios debería haber surtido efecto. No ha sido así y
la violencia sigue emitiéndose en programas de total acceso a los menores. Investigaciones
realizadas en nuestro país analizaron los contenidos violentos de las emisiones y concluye-
ron en que la violencia emitida en estos programas se daba en todas las bandas horarias y los
investigadores observaron la coincidencia de los dibujos animados con mayor carga agresiva
con las bandas horarias de mayor audiencia infantil.
La televisión es un gran agente socializador. En esto radica su importancia y su necesidad
del control de los modelos violentos. Las horas pasadas por los niños ante ella son tan nu-
merosas como las pasadas ante los entes socializadores clásicos por lo que la emisión, sobre
todo en horarios infantiles, debe bajar en su tono violento y agresivo y adecuarse a aspectos
educativos y formativos positivos como la solidaridad , el altruismo, la cooperación, etc.
La educación en la familia debe potenciar las relaciones interpersonales entre sus miembros
con el objetivo de que los menores alcancen niveles de seguridad y desarrollo que les posi-
4 Infancia, Juventud y Ley