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DOSSIER

                 Emiliano A. Curbelo Hernández



                 INTRODUCCIÓN


                 El Real Decreto 861/2010, de 2 de julio, que modifica el Real Decreto 1393/2007 de
                 29 de octubre, establece la ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales, re-
                 conociendo la obligatoriedad de elaborar y defender en un acto público un TFG para
                 poder obtener el título de Grado. Con carácter general, éste constituye un “trabajo de
                 iniciación a la investigación y/o un trabajo de investigación” (Fernández, 2015, p. 12),
                 el cual, atendiendo a Martínez y Pastor (2014), se caracteriza por presentar tres moda-
                 lidades de elaboración “el proyecto de investigación social, el proyecto de intervención
                 social y el trabajo documental” (p. 90). Sea como fuere, el TFG, hoy en día, sigue cons-
                 tituyendo “(…) un nuevo desafío tanto para el estudiante de universidad como para los
                 propios profesores que le ayudan a elaborarlo” (Merino, 2014, p. 243), generando un
                 gran temor tanto en su desarrollo como a la hora de su defensa pública ante el corres-
                 pondiente tribunal calificador.

                 Partiendo de estos planteamientos de base, podemos decir sin lugar a equivocarnos
                 que, como indican Freire et al., (2015), continúa siendo una materia singular y de gran
                 importancia que se sustenta en la “producción de un proyecto individual que permite
                 la integración de las competencias adquiridas en el Grado (incluyendo las específicas y
                 transversales)” (Hernández et al., 2013, p. 260), contribuyendo no solamente a justifi-
                 car los aspectos meramente académicos, sino aportando y promoviendo la educación
                 integral y ciudadana del alumnado (Zamora y Sánchez, 2015).

                 Ahora bien, me interesaría subrayar que, desde mi experiencia docente como tutor en
                 TFG, constituye una materia de suma importancia, habida cuenta que, “el futuro gradua-
                 do no solo tiene que adquirir conocimientos, sino también habilidades que le preparen
                 para su profesión” (Faura et al., 2017, p. 2). Y esto es lógico, dado que se trata de un
                 documento donde los alumnos y las alumnas plasmarán las competencias y habilidades
                 adquiridas durante todos sus años de enseñanza y aprendizaje, siendo “el contexto ideal
                 para que el alumnado antes de finalizar el Grado demuestre que ha adquirido, es decir,
                 desarrollado y hecho suyas las competencias del Grado” (Rekalde, 2011, p. 190), en el
                 que se conjugan, no solamente los conocimientos teóricos-prácticos sobre las materias
                 propias del Trabajo Social, sino aquellas procedentes de otras áreas de conocimiento que
                 forman parte del Plan de Estudio del Grado en Trabajo Social. Aparte de lo comentado,
                 quisiera insistir en que supone además que, el alumnado, debe demostrar un conjunto de
                 habilidades sociales y comunicativas, todo ello, para poder exponer y defender razonada-
                 mente el TFG ante el correspondiente tribunal calificador.

                 Finalmente, cabe indicar que, algunas de las consideraciones epistémicas y metodoló-
                 gicas abordadas en este manuscrito, pueden aplicarse a las dos modalidades del TFG
                 que hemos mencionado anteriormente, el proyecto de investigación social y el proyec-


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