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DOSSIER


                                       La construcción de la identidad profesional en el alumnado de Trabajo Social


                  Si trasladamos las dimensiones de la identidad profesional ya expuestas al contexto
                  formativo, el “nosotros” no lo constituye directamente el colectivo profesional al que se
                  aspira, sino que se constituye como comunidad estudiantil de la disciplina. A su vez,
                  la Universidad asumiría el rol de campo organizativo y espacio laboral del alumnado a
                  partir de su contexto histórico y funcional.

                  En esa referencia a la historia, es importante señalar que la Facultad de Trabajo Social
                  de la Universidad Complutense de Madrid, objeto de este trabajo, la cual destaca por su
                  trayectoria histórica que la sitúa como la primera Escuela Oficial de Asistentes Sociales
                  de España en 1967. En 1986 sale la primera promoción de Diplomadas y Diplomados
                  en Trabajo Social y poco después se inicia el movimiento, avalado por los Colegios
                  Profesionales y el Consejo General, donde se reclama la conversión de los estudios en
                  Licenciatura. Pero no es hasta 2009, a través de la reestructuración de los estudios
                  universitarios dentro del Espacio Europeo de Educación Superior cuando se reconoce
                  esta petición (Barahona, 2016).

                  De modo que, aunque Trabajo Social tenga una trayectoria más larga, su tardía con-
                  solidación en el ámbito académico la sitúa en desventaja respecto a otras disciplinas.
                  Asimismo, nos recuerda la socióloga Urteaga (2008, p.175) que “la constitución de una
                  carrera específica y su afiliación a la Universidad son decisivas para la formación de
                  una profesión” en términos de reconocimiento y formalización científica.

                  El reciente cambio de Diplomatura a Grado y con ello las reformas educativas y estruc-
                  turales, han supuesto un reto con efectos sobre alumnado y profesorado. Las exigen-
                  cias actuales de los programas de Grado van dirigidas a la empleabilidad de las perso-
                  nas egresadas y la identidad profesional es una dimensión poco estudiada (Harmsen,
                  2014). La cuestión de cómo deben diseñarse los contenidos curriculares, para favore-
                  cer el desarrollo de la identidad profesional son un tema central pendiente en el Trabajo
                  Social universitario.


                  La práctica muestra que la formación se enfoca al conocimiento de contenido y no
                  abarca el proceso de formación de la persona en su integridad (Verdejo y Freixas,
                  2009). De manera que las personas egresadas no salen con la capacidad de defender
                  las lógicas de intervención y no pueden explorar las paradojas que traen consigo
                  los retos actuales de la profesión. Pues estas capacidades vienen integradas en el
                  desarrollo de una identidad profesional (Bourque, 2009).


                  Especialmente, las personas implicadas en la intervención social requieren de una
                  identidad profesional nutrida y unas habilidades personales para hacer frente a las
                  complejas situaciones sociales. En efecto, las personas egresadas suelen ser espe-
                  cialmente vulnerables al choque con la realidad profesional y sufrir agotamiento en



                  TRABAJO SOCIAL HOY 3.   Cuatr. 2021, n.º 94 [7-28] ISSN 1134-0991       13
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