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DOSSIER
Tania Porto Zubieta
La identidad, por tanto, no es algo dado. Y, en la posmodernidad, como defiende
Stuart Hall (1996) las identidades están sujetas a una “historización radical, y en con-
stante proceso de cambio y transformación” (p. 17). Todo esto puede generar la im-
presión de que se trata de un proceso sin resultado final al cual poder acercarse para
su estudio. No obstante, el mismo autor refiere que la identificación es contingente,
y todo depende de los cambios y contextos que participan en un momento dado.
Así, el análisis se basa en la observación de su construcción y en la direccionalidad
de su cambio.
La etimología de la palabra identidad, puede darnos otras pistas para su enten-
dimiento. Procede del latín “ídem” que significa “lo mismo”, y hace referencia a una
unidad o igualdad de algo. Por tanto, la identidad dentro del espectro social nos
permite reconocernos a algo que consideramos igual a nosotros/as. Y si podemos
decir lo que somos, también podemos reconocer lo que no somos. La similitud con
algo y la singularidad frente o con relación al “otro” es señalada por John MacInnes
(2004) como un problema en las Ciencias Sociales. Y, a su vez, la conciencia de
pertenecer, o no, a determinados grupos permite el desarrollo de una identidad so-
cial que según Henri Tajfel (1978) participa en el autoconcepto y al cual atribuye un
significado y valor concreto.
En resumen, la identidad es un proceso dinámico, producto de una interacción
entre individuo y sociedad en el cual se desarrolla un reconocimiento propio, un
reconocimiento hacia el “otro” y un reconocimiento del “otro” hacia uno/a mismo/a,
con el objetivo de identificar similitud y singularidad de su yo en los contextos en los
que se inscribe.
1.2. Identidad profesional
Según Dubar (2000) la identidad profesional es una dimensión de la identidad y se
desarrolla en un contexto sociolaboral concreto donde se recogen un conjunto de
rasgos propios que ayudan a diferenciarse de otros/as profesionales. En primer
lugar, hay que conocer el significado que tiene para el individuo su ejercicio profesio-
nal. El trabajo, como elemento socializador, no ha sido siempre central y ha estado
influido por un conjunto de principios y criterios sociales en un momento histórico
determinado. Ha pasado de ser meramente un instrumento creador de riqueza en
el binomio trabajador-consumidor, a tener una ética y valoración profesional desde
la cual el individuo se expresa y relaciona íntimamente con su personalidad (Argulló,
1997; Ortega, 2018).
10 TRABAJO SOCIAL HOY 3. Cuatr. 2021, n.º 94 [7-28] ISSN 1134-0991
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