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Investigación empírica




           hacia la autoridad y de “vivir la vida según las propias reglas”   dos de desvinculación moral en jóvenes crónicamente agresi-
           (De Clercq, Hofmans, De Fruyt, Sharp, 2017). Por ello, Bandura   vos que en jóvenes menos agresivos las cuales exhibían niveles
           incide en la falta de conexión existente entre el razonamiento   más bajos de desvinculación moral.
           moral -entendido como estándares morales sobre lo correcto
           e incorrecto en términos de justicia- y el comportamiento (in)  Estos hallazgos proporcionan evidencia de que en poblaciones
           moral en los jóvenes y adolescentes. Bandura (1996) subraya   normativas, los altos niveles de desvinculación moral pueden
           que “los estadios evolutivos del razonamiento moral determinan   ayudar a cronificar el comportamiento antisocial, mientras que
           las razones que se dan ante las acciones realizadas pero no cuales   bajos niveles fomentan el desistimiento del mismo (Shulman,
           acciones se deberían cumplir”. De este modo, los estándares mo-  Cauffman, Piquero, and Fagan, 2011). Por lo tanto, la desco-
           rales podrían estar bien desarrollados en estos adolescentes.   nexión moral es un correlato significativo de estos comporta-
           Sin embargo, la agencia moral como sistema de autorregu-  mientos no solo en muestras clínicas y delincuentes juveniles,
           lación interna de la conducta podría activarse en los jóvenes   sino también en muestras comunitarias. De este modo, estos
           principalmente de dos modos: impidiendo que el adolescente   mecanismos de autojustificación  operan dentro  del  rango
           se involucre en conductas antisociales - con el fin de evitar la   “normal” de funcionamiento psicológico y puede contribuir a
           disonancia cognitiva y las autosanciones negativas que produ-  explicar cómo, en ciertas circunstancias, incluso las personas
           ce la inconsistencia entre los estándares morales y la conducta   buenas pueden comportarse mal (Bandura, 1986).
           reprobable - o favoreciendo su implicación en las mismas me-
           diante justificaciones que las hacen socialmente aceptables y   Así, todos los trabajos hasta aquí mencionados han sido enor-
           justas (Fuik, 2014).                                   memente reveladores, pues gracias a su contribución sabemos
                                                                  que en mayor o menor medida, estos factores se asocian de un
           Así el adolescente puede reestructurar la lectura de la propia   modo relevante con la conducta antisocial. No obstante, gran
           conducta dañina, mediante la puesta en marcha de ocho me-  parte de ellos se han realizado de un modo poco integrador,
           canismos cognitivos, englobados a su vez en cuatro grandes   considerando una única variable independiente sobre la con-
           categorías (Bandura, Barberanelli, Caprara, y Pastorelli, 1996).   ducta antisocial, y son muchas las voces (p.ej., Raine, Brennan y
           En una primera categoría, los jóvenes cambiarían sus percep-  Farrington, 1997) que en la última parte de la década, reclaman
           ciones sobre las víctimas, bien atribuyéndole la culpa a la mis-  estudios que consideren la interacción o co-presencia de facto-
           ma por provocar la conducta reprobable, o deshumanizándola   res de distinta etiología sobre la conducta antisocial. Por ello,
           de alguna manera (Hymel, Schonert-Reichl, Bonanno, Vai-  avanzando en este razonamiento, este trabajo tiene el propósito
           llancourt y Rock Henderson, 2009). Otra categoría, permite   de estudiar (a) si jóvenes y adolescentes que realizan conductas
           que los jóvenes distorsionen o ignoren las consecuencias da-  antisociales, presentan triada oscura y desconectan moralmente;
           ñinas del acto, minimizando las acciones o malinterpretando   (b) las diferencias en la frecuencia que cada una de estas catego-
           el potencial dañino de las mismas. En tercer lugar, los jóvenes   rías tiene entre los sujetos de la muestra, en función de su grado
           pueden minimizar su papel de agente sobre el comportamien-  de implicación en conductas antisociales (alta o baja); (c) las
           to, desplazando la responsabilidad a un tercero o difundiendo   posibles relaciones entre desconexión moral y  tríada oscura con
           la responsabilidad sobre un grupo o contexto más amplio. Y en   la conducta antisocial; (d) la capacidad de predicción que cada
           la última categoría, los menores pueden reestructurar cogniti-  una de estas variables sobre la conducta antisocial y (e) observar
           vamente el comportamiento reprobable en sí mismo, haciendo   las diferencias en todos estos resultados según el género.
           justificaciones morales para sus acciones, creando una compa-
           ración ventajosa entre su acción y un acto potencialmente más
           dañino o utilizando el etiquetado eufemístico que permite   ductuales (e.g., necesidad de estimulación), similares a aquellos
                                                                                      MÉtoDo
           disminuir la severidad percibida del comportamiento (Risser
           y Eckert, 2016).
                                                                  Participantes y Procedimiento
           Por consiguiente, gran parte de la investigación realizada en
           población juvenil y adolescente, sostiene la desconexión mo-  La muestra de este trabajo está formada por 269 adolescentes,
           ral como un importante predictor del comportamiento antiso-  escolarizados en enseñanzas secundarias (E.S.O) en diversos
           cial (Bandura et al., 1996; Pelton, Gound, Forehand, y Brody,   centros públicos de Galicia, de los cuáles 145 (53,90%) son
           2004),  de la agresión (Obermann, 2011),  bullying ( Hymel,   chicos y 124 (46,1%) chicas. Los participantes tienen edades
           Rocke-Henderson, y Bonanno, 2005), de la delincuencia (Ban-  comprendidas entre los 14 y los 18 años, siendo la edad me-
           dura et al., 1996; Bandura, Caprara, Barbaranelli, Pastorelli, y   dia 15,13 (DT=,796). En cuanto al nivel de escolarización, el
           Regalia, 2001; Pelton et al., 2004), del ciberacoso, de trampas en   34,9% pertenece a 3º de E.S.O mientras que el 65,1% restante
           videojuegos y de conductas aversivas hacia otros en entornos ex-  pertenece a 4º de E.S.O.
           perimentales (Robson et al., 2013; Gabbiadini, Riva, Andrig-
           hetto, Volpato y Bushman, 2014).  Buena prueba de ello, es el   Tras solicitar  permisos  al equipo directivo de los  centros y
           trabajo longitudinal de Paciello, Fida, Tramontano, Lupinetti   firmar el consentimiento informado para llevar a cabo esta
           y Caprara (2008) donde jóvenes italianos fueron estudiados   evaluación, todos los instrumentos de autoinforme fueron
           desde la adolescencia temprana hasta la adultez. Los resul-  aplicados de forma colectiva y durante el horario escolar. Pre-
           tados indicaron que los altos niveles de desconexión moral y   viamente a la evaluación, los participantes fueron informados
           de conducta antisocial en la adolescencia temprana declinaban   del carácter voluntario y anónimo del estudio, así como de la
           según se alcanzaba la etapa adulta. Del mismo modo, las tasas   posibilidad de retirarse del mismo sin sufrir ningún tipo de
           de comportamiento antisocial registraron niveles más eleva-  penalización.

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