Page 52 - TSH-94
P. 52
INTERÉS PROFESIONAL
Miguel Ángel Manchado Flores
Trabajar con grupos es importante en la intervención social, pero para hacerlo bien hay
que construir verdaderos grupos con una entidad propia desarrollada a lo largo de un
proceso grupal creado activamente entre sus participantes, lo cual nada tiene que ver
con otro tipo de “grupos” que tan solo pueden considerarse agrupamientos de individuos
desconectados entre sí. Es decir, que no es lo mismo un agrupamiento que un grupo.
Un agrupamiento sería una simplificación de lo grupal porque supone una congrega-
ción de personas para informar, formar, modelar o promover la adquisición de pautas de
conducta donde los/as profesionales se muestran como expertos/as, situando a los/as
participantes en una posición de dependencia que genera en los miembros “una escasa
participación, falta de compromiso, un constante desconocimiento mutuo […] mucha
inhibición, un frecuente cuestionamiento soterrado […] y la configuración de subgrupos
por afinidades capaces de permanecer al margen unos de otros durante la actividad
para la que son congregados (Martínez González, 2018 p. 372). Esta simplificación de lo
grupal que vemos en ocasiones en la intervención social, “merma […] las posibilidades
de transformación de la acción social con grupos” (Drumm, 2006; Vinogradov y Yalom,
2012; Parra, 2014 citado en Martínez González, 2018 p. 372).
El verdadero grupo es aquel que promueve el proceso grupal en su seno y que va ad-
quiriendo una identidad propia y un sentido de pertenencia al propio grupo mediante
la “interdependencia entre […] las personas que lo integran” (Papell, 2015 citado en
Martínez González, 2018 p. 372) donde los profesionales son “capaces de construir
con ellas y ayudar a que construyan juntas” (Roy y Pullen-Sansfaçon, 2016 citado en
Martínez González, 2018 p. 372).
Además, en el agrupamiento subyace en los convocantes el ejercicio de un poder sobre
los otros que bloquea el desarrollo del poder en sí mismo de los/as participantes y del gru-
po como entidad propia. Impulsar un verdadero grupo y auténtico proceso grupal socio-
terapéutico (como podría ser un GMF) implica que los/as profesionales convocantes sean
conscientes de que el agrupamiento no empodera y que deben abandonar el poder como
dominación del otro, sin renunciar ante sí mismos y ante el propio grupo al ejercicio de un
poder transparente y deliberativo en el que se les concede y se acepta su obligación res-
ponsable para encuadrar y guiar lo grupal desde lo institucional, como un espacio dialógico
igualitario que lleve al grupo y a las personas a hacerse cargo de sí mismas junto a otros,
a “la salida de la dependencia y la sumisión” (Martínez González, 2018 p. 377) donde las
personas puedan “encontrarse con su propio deseo” (Martínez González, 2018 p. 377) ha-
ciendo de dicho grupo (tal y como posibilitan los Grupos Multifamiliares) “un lugar de paso
al que pertenecer para emanciparse luego, pues es en el tránsito de este recorrido donde
aparece una oportunidad para el cambio” (Martínez González, 2018 p. 377).
Sin embargo, impulsar un verdadero grupo y más aún como forma de abordaje sociote-
rapéutico, puede ser un camino que no esté exento de obstáculos debido a un individua-
52 TRABAJO SOCIAL HOY 3. Cuatr. 2021, n.º 94 [49-73] ISSN 1134-0991
er
TSH BARBOLLA.indd 52 3/3/22 13:30