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BOLETÍN “IGUALDAD EN LA EMPRESA” nº 55: 15 de octubre, Día
Internacional de las Mujeres Rurales
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en la pirámide poblacional. La tasa de dependencia en España se sitúa en un
33,00% en el caso de las mujeres y en un 24,7% en el caso de los hombres. Este
porcentaje aumenta conforme disminuye el tamaño de los municipios (en las zonas
rurales por cada 100 personas en edad de trabajar, hay 39,4 personas mayores de
65 años, ascendiendo a 45,6 en el caso de las mujeres y a 33,8 en el caso de los
hombres).
Persistencia de las desigualdades de género
Se produce una desigual dedicación de mujeres y hombres a las tareas domésticas y
de cuidados, lo que constituye la denominada “doble jornada” de trabajo para las
mujeres. Este reparto desigual supone una sobrecarga de tareas y responsabilidades
para las mujeres. En definitiva, las mujeres van incorporándose al mercado laboral
sin que los hombres asuman todavía, en la misma proporción, las responsabilidades
del ámbito doméstico. La persistencia de estereotipos y roles de género y su
influencia en las desigualdades de género muestran que el sistema patriarcal sigue
muy presente en la población rural. Las mujeres ejercen el rol productivo, sin
abandonar el rol doméstico/familiar.
Asimismo, los usos del tiempo de mujeres y hombres son diferentes. Las mujeres
decidan más tiempo a realizar actividades que tienen que ver con el trabajo
doméstico y de cuidados, mientras que los hombres decidan más tiempo a realizar
actividades extradomésticas. Así, el mayor tiempo empleado por las mujeres a las
tareas de cuidados y domésticas, los hombres lo emplean en ocio y tiempo libre. La
distribución desigual de los tiempos produce absentismo doméstico en caso de los
hombres y, en el caso de las mujeres, mayores dificultades para incorporarse al
mercado laboral.
El estudio de la Organización Internacional para
las Migraciones (OIM) “Situación de la población
inmigrante en las zonas rurales españolas y su
contribución al desarrollo rural” pone de
manifiesto que la inmigración ha producido un
efecto “amortiguador” de la despoblación en el
medio rural. Sin embargo, no se puede ver la
inmigración como una solución a la despoblación,
pero sí como una oportunidad para rejuvenecer
las poblaciones rurales y promover el desarrollo
económico y social. En este sentido, son
numerosos los estudios que remarcan la relación
entre inmigración y mundo rural y su capacidad
para consolidarse como un vínculo positivo para
el territorio y la población (autóctona o recién
llegada), que contribuya a reducir e incluso invertir la despoblación.
6 Cociente entre la población menor de 16 años o mayor de 64 años y la población de 16 a 64 años. Fuente: Padrón
Continuo a 1 de enero de 2017.
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