El maltrato es un cincel que da forma al cerebro para que lidie con los conflictos, pero pagando el coste de unas heridas profundas y duraderas. El abuso infantil no es algo que pueda «superarse». Es un mal que debemos reconocer y confrontar si realmente queremos hacer algo sobre el ciclo de violencia.”   

Extraído de Martin Teicher, doctor en Medicina, Scientific America  

Siendo el trauma complejo un fenómeno muy investigado en adultos, en población infanto-juvenil los estudios más frecuentes han sido referidos a casos de abuso sexual, siendo menos investigados los casos de maltrato físico y negligencia asociados específicamente a NNAs que pasan al sistema de protección.   

El equipo de investigación de Bessel Van der Kolk (El cuerpo lleva la cuenta) lleva por su parte una década realizando investigación específica en el tipo de trauma de estos NNA, abogando por un diagnóstico diferencial que aún no ha sido aceptado en los manuales oficiales. Es el denominado Trastorno Traumático del Desarrollo. Recogemos en el presente artículo las características recogidas en los criterios (Van der Kolk, 2019) de esta interesante propuesta, valorando que se ajusta bien al perfil de muchos NNA en acogimiento residencial, particularmente aquellos que son derivados al Acogimiento Familiar Especializado.   

Para comenzar, resultaría característica su desregulación emocional y somática. El estado emocional de estos NNA afectados de Trastorno Traumático del Desarrollo (TTD) tiende a ser predominantemente negativo, necesitando más tiempo para recuperarse de su malestar, siendo habituales las dificultades en el reconocimiento y expresión emocional. También pueden manifestar síntomas somáticos sin causa orgánica aparente, a veces con incapacidad para hablar de ellos. En esta desconexión con emociones y sensaciones corporales, pueden ver reducida su percepción del dolor físico. En este ámbito también les puede caracterizar mostrar aversión al tacto y a sonido fuertes. De alguna manera, el trauma les ha llevado a desarrollar mecanismos de supervivencia que les preparan para perder sensibilidad ante nuevos daños. 

Otra área característica de este diagnóstico es la de su desregulación a nivel atencional y conductual. Una manera de tratar de regular su malestar emocional es a través de conductas de riesgo, actuando de manera temeraria, generando numerosos conflictos y agrediendo de manera deliberada. También suelen manejar su frustración, nerviosismo y enfado de forma inadecuada a través de la violencia, autolesiones o el consumo de sustancias. Sobre las dificultades atencionales, es común que muestren poca perseverancia y constancia para conseguir sus metas, preocupándose en exceso por sus problemas sin llegar a buscar soluciones. Igualmente, se pueden sentir demasiado ansiosos ante los problemas del día a día o frente a situaciones que perciben como peligros o amenazas. 

 
 

Una tercera y última área comprendería tanto una tendencia a la auto-desregulación como a la desregulación en las relaciones personales.  Mantienen una percepción aversiva hacia sí mismos, percibiéndose como defectuosos o dañados irreparablemente. Muestran ansiedad hacia las relaciones sociales cercanas, con estilos de apego ansiosos y desorganizados. Sus esquemas de relación giran en torno a la creencia de que van a ser traicionados, defendiéndose ante amenazas percibidas de coerción o explotación. Algunos de ellos, como parte de su forma de interactuar con los demás, recurren en ocasiones a intimidar, amenazar o incluso agredir de forma verbales y físicas si perciben que son atacados o para prevenir que les dañen.   

Se puede valorar hasta qué punto la percepción de los límites personales ha quedado distorsionada, resultando a menudo invasivos en su demanda de atención, realizada desde su inseguridad y necesidad de aprobación y validación externa, mientras que en otros casos este rasgo se muestra a través de conductas sexualizadas.   

Por último, la capacidad de empatía interpersonal quedaría afectada en el TTD, en ocasiones por defecto y en otros casos por exceso, mostrando una responsividad inusual al sentir el malestar de otras personas.    

Esta descripción tipo asociada a un diagnóstico específico nos es de gran ayuda a la hora de valorar la medida en la que un NNA puede mostrar en su caracterización el perfil al que se adaptan las intervenciones realizadas desde el Acogimiento Familiar Especializado de Especial Preparación.  No se trata por tanto de añadir una nueva etiqueta más, sino de que nos ayude a comprender mejor sus características únicas.

 

Van der Kolk, B. (2015). El cuerpo lleva la cuenta. Cerebro, mente y cuerpo en la superación del trauma. Editorial Eleftheria SL. 

Van der Kolk, B. A., Ford, J. y Spinazzola, J. (2019). Comorbidity of developmental trauma disorder (DTD) and post-traumatic stress disorder: findings from the DTD field trial. European Journal of Psychotraumatology, 10(1).