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positivo y lo negativo coexisten, hay menos probabilidades de que seamos víctimas del Efecto
Horn.
Vale aclarar que los
estereotipos son normales, nos
ayudan a lidiar con el exceso de
información en entornos muy
complejos y nos brindan una
pauta de comportamiento muy
sencilla a seguir. Los
estereotipos nos brindan pistas
rápidas para reaccionar en
entornos nuevos con un
elevado grado de incertidumbre. Son una especie de atajo mental que nos permite decidir
rápidamente lo que nos conviene o es seguro.
Sin embargo, el problema comienza cuando no somos capaces de ir más allá del estereotipo y este
se convierte en un prejuicio que usamos asignar a las personas determinadas características
generales según su color de la piel, religión, nacionalidad o cualquier otra característica.
Cuando prejuzgamos a una persona dejándonos llevar por la primera impresión y no le damos una
"segunda oportunidad", estamos contribuyendo a consolidar nuestros prejuicios. Si asumimos que
una persona es desagradable, es probable que nos comportemos de manera ruda con ella, por lo
que esta se pondrá a la defensiva. Así validamos, sin darnos cuenta, nuestros prejuicios.
¿Cómo evitar el efecto Horn?
1. Desarrolla un pensamiento más flexible. Si desarrollas "Hay armas que son
una mentalidad más abierta, comprendiendo que nadie es simplemente pensamientos.
completamente malo ni bueno sino que todos tenemos Los prejuicios pueden matar y
luces y sombras, serás menos propenso a padecer el la sospecha puede destruir. "
Efecto Horn porque no tendrás la tendencia a conectar
rasgos negativos entre sí. Rod Serling
Escritor
2. Autoanalízate. Reflexiona sobre los estereotipos que (1924 – 1975)
arrastras, esos que quizás te ha inoculado la sociedad.
Pregúntate cuánto hay de cierto en esas creencias y cuánto se debe a generalizaciones erróneas
que no tienen nada que ver contigo. También es importante que analices los prejuicios que
provienen de tus experiencias. Así comprenderás que un caso aislado no puede representar a todo
un grupo.
3. No te precipites. Vivimos en un mundo líquido donde no nos tomamos el tiempo suficiente para
conocer y comprender a los demás. Eso implica que somos más propensos a relacionarnos desde
los estereotipos y la superficialidad. Una manera para evitar el Efecto Horn consiste en darse
tiempo para conocer a los demás. La primera impresión es importante, no cabe dudas, pero buscar
más allá a menudo tiene recompensa porque te permitirá comprender la complejidad y riqueza que
encierra cada persona.
Fuente:
Jennifer Delgado
www.rinconpsicologia.com
Programa de Asistencia Psicológica al Empleado