El trabajo comunitario, supone un gran desafío en los procesos de intervención de la entidad, establece la conexión entre las personas, donde las desigualdades, los procesos de vulneración de derechos, etc., están vinculados a el espacio de convivencia. Presenta un reto político y social llegar donde están las personas, escucharlas para conocer qué piensan, cómo actúan, en relación a su comunidad y ponerlas en interacción. Recoger esa escucha y devolverla con la palabra o algún otro medio de expresión y que se vean reflejados “esto lo dije yo”, supone estimular una implicación latente, creando una dinámica más humana, más democrática, más reticular (en términos de redes de relaciones) que incorpore la atención a la diversidad, el empoderamiento de las mujeres en sus comunidades y la puesta en valor de los procesos de cuidado.

Seguiremos a Marco Marchioni (1989: 46-48) en su visión de la acción social, que será el resultado de la implicación de todas, la administración, los equipos de trabajo y la población en su conjunto.

Acción social para la comunidad,

Acción social en la comunidad,

Acción social con la comunidad.

Y este desafío se caracteriza por la toma de conciencia-participación social-cambio social, la autodeterminación y la diversidad en los ritmos de desarrollo.